“El debate del estado de la nación acabó cuando terminó el cara a cara de Pedro Sánchez con Cuca Gamarra”, se escuchó este jueves en el pasillo del Congreso. Pocas veces, el presidente del Gobierno sale tan airoso del examen del principal partido de la oposición en el debate más importante del año. Sobre todo, en una coyuntura como la actual, con una inflación que ya ha superado el 10% y una incertidumbre económica total por la guerra lanzada por Rusia. 

Cuesta encontrar un alto cargo del partido que esté claramente satisfecho con el resultado del debate. Del análisis que tres miembros de la cúpula del PP, dos parlamentarios y dos barones territoriales hacen se trasluce que llegaron demasiado confiados. Se creyeron que “hundirían un poco más a Pedro Sánchez”, en palabras de un líder autonómico del partido. Sin embargo, continúa esta fuente, “este debate le ha dado oxígeno”. Señala dos razones: la falta de “concreción” de la “alternativa” que supone Alberto Núñez Feijóo y la “reconciliación” con ERC y Unidas Podemos.

“Me recuerda a Mariano Rajoy, que durante unos meses en 2011 se dio cuenta de que podía ganar sin hablar”, apunta un senador

Gamarra, la secretaria general del PP y también portavoz del grupo parlamentario, fue la encargada de poner cara a un partido que está aprendiendo, a nivel estratégico, a vivir sin su líder en el Congreso. Esa circunstancia está obligando a Feijóo a inventarse su propio estilo. Esta vez quiso estar en el hemiciclo, siguiendo el intercambio entre Gamarra y Sánchez, pero no habló en el pasillo para comentar cómo lo había visto. Fue una decisión pensada. Días antes, el plan era que la diputada presionara al jefe del Ejecutivo desde la tribuna y él, el líder del PP, desde los micrófonos con los que los periodistas le estaban esperando fuera.

Tampoco aclaró ni ese día ni el siguiente qué le parecía el anuncio de la creación de dos nuevos impuestos a la banca y las eléctricas que había lanzado el presidente del Gobierno en su discurso. Tardó más de 48 horas en comentar si respaldaría los nuevos gravámenes. Al final lo hizo, pero ni siquiera en persona sino que sus portavoces hicieron saber que están en contra porque temen que acaben repercutiendo a los clientes.

Pero si hay algo que Feijóo ha demostrado esta semana es que prefiere aparecer como un desubicado en la vorágine política madrileña antes que equivocarse. “Me recuerda a Mariano Rajoy, que durante unos meses en 2011 se dio cuenta de que podía ganar sin hablar”, apunta un senador. El expresidente del PP y del Gobierno arrasó aquel año con la mayoría absoluta nunca vista en su partido: 186 diputados. Venció con mucha holgura a Alfredo Pérez Rubalcaba, que había cogido las riendas que le había cedido José Luis Rodríguez Zapatero, abrasado por las consecuencias de la crisis del 2008.

Como en el fútbol

Y si Feijóo puede ser amarrategui, como los equipos de fútbol muy defensivos, es porque goza de unas encuestas desde que llegó a lo alto del partido que le amparan. Este motivo es señalado por tres de los dirigentes del PP consultados para esta crónica. Según el sondeo de GESOP para EL PERIÓDICO, medio que pertenece al grupo Prensa Ibérica al igual que este diario, del mes pasado, Feijóo podría sacar 144 escaños si hubiera elecciones ahora. Sánchez, 96. Los conservadores ven a su líder "fuerte" y "creíble", y creen que Sánchez es "más osado" porque "va perdiendo".

Los que defienden volver a la banda terrorista señalan que la estrategia "radicaliza" a Sánchez y les abre hueco en el centro

Respecto a que Gamarra (en coordinación total con su jefe de filas) hiciera de ETA uno de los ejes principales de su intervención ante Sánchez, hay división de opiniones conforme pasan los días. Un diputado se muestra sorprendido por “no centrarse en la economía, que es lo que los españoles están sufriendo ahora” y “volver a un dolor que es del pasado”, en referencia al terrorismo. Un barón coincide en que “pareció un discurso de otra década”. Sin embargo, una dirigente del comité de dirección justifica la estrategia porque pone en evidencia las alianzas de Sánchez con EH Bildu y “radicaliza” al dirigente socialista. “De esa forma tenemos más espacio de centro para nosotros”, añade. “Es difícil que el PP abandone este asunto después de tantas décadas. Es un tema nuclear para nosotros”, razona el senador.