Con el Gobierno decidido a librar una nueva batalla en Europa negándose al ‘café para todos’ que pide Bruselas para racionar el gas en los países miembros, las posturas entre los dos grandes partidos en España cada vez están más alejadas. El PP acusa al Ejecutivo de una “constante improvisación” en materia energética y considera, según explican fuentes conservadoras a este diario, “un grave error” haberla mezclado con la política exterior, situando a España en una “posición de mayor debilidad”, especialmente por la crisis abierta con Argelia.

El partido de Alberto Núñez Feijóo asegura que “defenderá los intereses nacionales” por encima de los partidistas, aunque eso suponga estar al lado del Gobierno. Pero la realidad es que el nivel de crítica hacia el Ejecutivo se ha ido elevando hasta cotas máximas en las últimas semanas, especialmente en materia exterior. Y así lo seguirán haciendo, según explican a este diario, poniendo en la diana a José Manuel Albares.

Para el Gobierno, sin embargo, la comprensión que el PP muestra con Argelia está suponiendo un enorme foco de tensión. Consideran que están creando en este país unas expectativas que si Feijóo llegara a Moncloa tras el siguiente ciclo electoral no podrían cumplir. Y que esto sucede, además, en detrimento de Marruecos que, defienden, recela sobre qué hará el PP si en algún momento gobierna. La mala relación que el ministro de Exteriores mantiene con la portavoz popular de esta área en el Congreso, Valentina Martínez, se ha visto empeorada en las últimas semanas por la falta de apoyo del principal partido de la oposición en este conflicto, según la versión que ofrece el Ejecutivo. 

Y Martínez es la única interlocutora de Albares, que carece de otros contactos en la nueva dirección popular a pesar de que Esteban González Pons es quien realmente elige las estrategias en materia exterior. El siguiente nivel de comunicación ya es Pedro Sánchez y el presidente del PP, que tampoco es que hablen mucho.

"Lo seguiremos pagando"

Lejos de sofocar los desencuentros, todo indica a que irán a más. El principal reproche que el PP hace es haber sumado un conflicto con Argel por tratar de solucionar la crisis marroquí, que tampoco en Génova dan por zanjada. “No solucionamos nada con claridad con ese giro histórico y nos metemos en otro lío muy gordo”, resumen algunos dirigentes consultados.

Feijóo no escatima en críticas públicas. Esta misma semana, en su visita a Valencia y delante de las principales fortunas de esa comunidad, aseguró que el conflicto creado con Argelia “lo estamos pagando y seguiremos pagando en los próximos meses cuando toque renovar el precio de los contratos de gas”. “Es un disparate lo que hemos hecho”, zanjó.

El Ejecutivo lo que cree es que el PP debería respaldarle frente a Argelia porque España, en realidad, "no ha dado motivos para esta escalada". Al contrario, razonan, se acogió al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, cuando Argel lo pidió, y aquello abrió una gigantesca crisis diplomática con Marruecos. Y "hemos sufrido", recuerdan, las consecuencias del cierre de unos de los gasoductos que traían gas a España, adoptado de manera unilateral porque atravesaba territorio marroquí, como fórmula para dejar a Rabat sin suministro. 

"El PP no aclara su postura"

El fondo de la crisis con los argelinos es el cambio de postura de España sobre el Sáhara y su respaldo al plan de autonomía marroquí, algo que Sánchez decidió sin consultarlo con la oposición. Fuentes del Gobierno defienden sin ambages este giro porque "no se podía mantener" el enfrentamiento con Rabat. "El mundo está en tensión", señalan mirando a la invasión rusa de Ucrania, y "había que escoger y poner fin a uno de los conflictos". En el Ejecutivo, además, reprochan al principal partido de la oposición que no diga cuál es su postura sobre el asunto del Sáhara. Primero, por las fuertes críticas que reciben y, segundo, insisten, porque Marruecos podría "desconfiar" del propio Feijóo.

En el partido conservador no han visto con buenos ojos un solo movimiento del ministro de Exteriores y, por extensión, del propio Sánchez. El líder del PP, asesorado fundamentalmente por Esteban González Pons, los tildó de “frivolidad” desde el primer momento. Es cierto que el giro sobre el Sáhara enfadó mucho a Argelia, que inmediatamente llamó a consultas a su embajador en Madrid y ha ido deteriorando cada día más su relación con España hasta el punto de que prepara una subida del precio del gas a los operadores españoles y ha bloqueado las relaciones comerciales con las empresas de nuestro país.

Esto fue lo que peor sentó en Génova, que se quejan además de no haber recibido una llamada por parte del Gobierno a pesar de tratarse de una política de Estado prioritaria. En la dirección del PP consideraron “erróneo” tratar de presionar a Argelia metiendo en medio a la Unión Europea, teniendo en cuenta las relaciones que otras grandes potencias (como Francia o Italia, beneficiada por los desajustes con nuestro país) mantienen con Argel. “¿Por qué damos por supuesto que nos van a defender a nosotros?”, se preguntaron entonces.

Preocupación por el gas

Ahora, en pleno debate energético y con el miedo que Europa tiene a que realmente en otoño se produzca un corte en el suministro de gas por parte de Rusia, el PP teme que las peores relaciones con Argelia perjudiquen la situación española, que se encontraba en una posición de superioridad si se compara con otros países más dependientes del gas de Putin. “No tenemos el problema de Alemania, pero podemos tener otros por culpa de la gestión de este Gobierno”, zanjan en Génova.

A pesar de que Feijóo comparte que España está mejor preparada que otros países para evitar cortes de suministro de gas (la vicepresidenta Teresa Ribera advierte que no aceptará una propuesta que “ni es justa ni eficiente” y que no tiene en cuenta el grado de dependencia del gas ruso de cada país, y así lo trasladará en la reunión de los ministros del ramo en Bruselas el próximo martes), fuentes de la cúpula popular no esconden su “preocupación” ante “la deriva” que pueda tomar la postura española. La propuesta del Gobierno es esquivar el plan europeo para racionar la energía este invierno con el compromiso de exportar más gas a Francia.

En el PP creen que será difícil mantener una posición que pueda tildarse de “insolidaria” mientras España, como el resto de países, sigue recibiendo ingentes cantidades de dinero comunitario a través de los fondos europeos.  El Gobierno, en cambio, se muestra convencido de que hay margen de actuación frente a la idea inicial de Ursula von der Leyen y defiende que la solidaridad española se demuestra con la oferta de ayudar a los socios europeos con envíos de gas. De nada sirve, recuerdan en el Ejecutivo, un recorte lineal si como le sucede a Portugal, aislado del resto del continente en cuanto a interconexiones energéticas, ese sacrificio no ayuda al resto de países.