El PSOE quiere tramitar la ley trans con respeto, tiempo y sin "presiones injustificadas", pero su decisión de ampliar una vez más el plazo de enmiendas hasta la semana que viene añade tensión a la coalición con Unidas Podemos, que no esconde su preocupación ante el enésimo escollo a uno de los proyectos bandera del ministerio de Irene Montero.

Hasta tal punto que Igualdad se ha visto obligada a implicarse en la actividad parlamentaria para proponer a los distintos grupos un calendario legislativo para aprobar la ley antes de que termine este año y "sin recortes en derechos respecto al texto ya pactado en el Gobierno". Según han informado fuentes de este departamento, la idea es que el 2 de noviembre acabe el plazo de presentación de enmiendas, y por tanto, las prórrogas que se han ido sucediendo. A priori, no habrá colisión con el grupo socialista al respecto porque en su dirección parlamentaria aseguran que el lunes próximo registrarán sus propuestas y pondrán fin a la demora.

Tanto Igualdad como Unidas Podemos han tratado de azuzar al PSOE para que cerrara este miércoles el plazo de enmiendas de la ley que acaba con la consideración de la transexualidad como una enfermedad y plantea la autodeterminación del género, esto es, que la voluntad de la persona sea el único requisito para solicitar el cambio de la mención del sexo en el Registro Civil, sin necesidad de informes ni testigos. Arguyen que hay que terminar urgentemente con el tremendo sufrimiento del colectivo.

Calmar las aguas

Pero la presión no ha bastado. La división ideológica en el seno del socialismo con respecto a este proyecto de ley, con la oposición frontal de Carmen Calvo o Amelia Valcárcel y la reacción de cierta parte del movimiento feminista, ha llevado al PSOE a aplazar una semana más el desbloqueo de la tramitación. Prima así calmar sus aguas a costa de asumir el riesgo de disgustar a su socio de Gobierno, con el que ya consensuó el texto que ahora quiere enmendar.

A ojos de Irene Montero es "incomprensible" que vayan a ampliar de nuevo el plazo de enmiendas, pues esto "solamente perjudica a las personas trans y lgtbi que ven en riesgo la aprobación de una ley que permite garantizar sus derechos". La titular de Igualdad espera que el partido rectifique.

El portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, ha negado esta mañana que la ampliación del plazo de enmiendas una semana vaya a retrasar la norma. Una vez se presenten las enmiendas, ha afirmado, "los trámites irán rápido y podremos tener la ley más segura, más garantista y cuanto antes". De hecho, ha apuntado que "probablemente será una de las leyes que más rápido" se va a aprobar en el Parlamento.

La crisis que se desató tras la salida de la activista Carla Antonelli, decepcionada por la gestión socialista de este asunto, parecía el punto de inflexión que llevaría al partido a encarrilar la negociación parlamentaria. El principal partido del Gobierno perdía a una figura histórica del activismo trans --que se sacrificaba para salvar la ley--, pero no podía asumir un cisma irreversible con el movimiento LGTBI, ya bastante molesto con lo que está sucediendo.

La semana pasada, fuentes socialistas llamaban a la calma y daban por hecho que hoy se cerraría el registro de enmiendas. La contestación interna a la norma, sin embargo, ha hecho necesaria una prórroga. El PSOE quiere coger aire, aunque justifica la demora en su dedicación para lograr un texto "garantista" y "libre de cualquier posibilidad de ser recurrido" ante el Constitucional.

A Antonelli esta nueva prórroga le hace sentir "vergüenza ajena, rabia y dolor infinito" al ver "cómo juegan" con las vidas trans y utilizan al colectivo como "mequetrefes de sus espurias e inhumanas guerras políticas". "Me invade vacío infinito del partido que fue, de las banderas que enarbolamos y de las que ahora desertamos. No se puede ceder al chantaje del odio y la transfobia, es repugnante", ha denunciado.

La ministra Portavoz, Isabel Rodríguez (i), y la ministra de Igualdad, Irene Montero, en una comparecencia posterior a una reunión del Consejo de Ministros en Moncloa, a 27 de junio de 2022. EP

Aseguran desde Ferraz que su compromiso con los derechos de las personas trans se mantiene "firme": "El PSOE está haciendo un trabajo complejo y riguroso que requiere tiempo", justifican. Entre líneas, puede leerse entre los socialistas cierto malestar con Unidas Podemos: "El poder legislativo tiene sus tiempos y la obligación del resto de poderes es respetarlo. (...) Exigimos el legítimo respeto que corresponde en un proceso que, para el buen discurrir de una ley tan necesaria como esta, debe desarrollarse libre de presiones injustificadas". 

Un camino sinuoso

La ley trans ha padecido dificultades desde que comenzó a gestarse en el seno del Gobierno. Proyecto irrenunciable del equipo de Irene Montero --que defiende un feminismo que abrace las luchas del movimiento LGTBI--, su negociación con el Ministerio de Justicia y, sobre todo, con la vicepresidencia de Carmen Calvo estuvo plagada de desencuentros y tensiones. Se llegó a un acuerdo finalmente, se aprobó en Moncloa y llegó al Parlamento, donde nada hacía pensar que las cosas se iban a poner tan feas.

La división en el PSOE con respecto a la ley trans no es nueva, pero el partido apostó en el congreso federal de Valencia por una postura 'transinclusiva' y partidaria de los derechos de las personas trans. Sin embargo, el posicionamiento oficial no acalló la oposición interna, que sigue pesando a la hora de dar pasos adelante.

En los últimos días, distintas figuras socialistas se han pronunciado sobre la polémica. Desde el Gobierno se ha insistido en el mensaje de que la tramitación parlamentaria mejorará la ley, que no corre ningún riesgo, aunque Pedro Sánchez no ha entrado públicamente al debate.

Sí lo ha hecho el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, impulsor del matrimonio igualitario, que aparecía para defender que la ley trans no afecta ni al feminismo ni a los derechos de las mujeres.

Rodríguez Zapatero considera que las fricciones se deben a que se trata de un "debate generacional" y que los nuevos derechos que defiende la ley están "respaldados y apoyados por una generación nueva que tiene una visión distinta", si bien "nadie cuestiona el mérito que la generación de Carmen Calvo y otras feministas".

La ministra de Igualdad, Irene Montero, junto a la presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso, Carmen Calvo. EFE

A Calvo, que puso muchos peros a la norma cuando era vicepresidenta primera del Gobierno pero dio finalmente su visto bueno para que fuera al Consejo de Ministros, no le gustó la intervención del expresidente. En la Cadena Ser dijo que la ley trans no es "para nada comparable al matrimonio homosexual" pues aborda "cosas mucho más complicadas que afectan jurídicamente a la vida". Además, contestó que "no hay un feminismo caduco, ni clásico ni histórico".

Carla Antonelli aseguraba en su carta de despedida que la reacción a la ley trans tiene que ver más con una guerra de poder por llevar la batuta del feminismo que con una postura ideológica. No es la primera vez que el PSOE y Unidas Podemos tienen un encontronazo en materia de igualdad, ya pasó con la ley del sólo sí es sí, aunque en otros términos.

Lo cierto es que el proyecto de ley trans y de igualdad LGTBI ha sufrido un nuevo revés y habrá que esperar hasta el lunes para saber qué quiere hacer el PSOE con la norma. Se ha comprometido a no tocar la redacción de la autodeterminación del género, aunque no le gusta el concepto de violencia intragénero, quiere analizar la "reversibilidad" del cambio en la mención registral del sexo y considera que habrá que reforzar la seguridad jurídica, aunque no matiza cómo pretende hacerlo. El lunes se saldrá de dudas.

Desde el Ministerio de Igualdad han advertido que no soltarán la mano de las personas trans y que caminarán con ellas "hasta que sus derechos sean ley". El PSOE tiene la última palabra.