PLAN DE REARME

El Gobierno busca en los remanentes de los ministerios para suavizar el impacto de subir el gasto militar

Moncloa asume que deberá realizar transferencias de crédito al ministerio de Defensa y priorizará las partidas no ejecutadas de los presupuestos para cumplir los compromisos con Bruselas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia para tras participar en la reunión del Consejo Europeo el pasado jueves en Bruselas.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia para tras participar en la reunión del Consejo Europeo el pasado jueves en Bruselas. / OLIVIER MATTHYS / EFE

Madrid

El Gobierno presiona desde diferentes frentes para que el aumento del gasto en defensa comprometido con Bruselas tenga la menor afectación posible en las arcas públicas. Desde empujar trasferencias a fondo perdido, siguiendo el modelo de la pandemia con los Next Generation, a ampliar el foco de la defensa para incluir partidas más relacionadas con la tecnología que con las armas o hasta modificar las métricas establecidas por la OTAN en su cumbre de Gales de 2014 para medir la inversión militar en relación al PIB. Por el momento, sin avances considerables, aunque Sánchez se agarró tras el Consejo Europeo de este jueves a partes ambiguas del libro blanco de Defensa, en sus referencias a la ciberseguridad, o al programa de financiación ‘Safe Europe’, para mostrarse “satisfecho” sobre el encaje de sus demandas. Sin concreciones por el momento, lo único claro es que el Gobierno tiene que aumentar la inversión y para ello está buscando en los remanentes de los diferentes ministerios.

“Habrá que mover partidas y mirar las partes no ejecutadas de los Presupuestos”, señalan fuente de Moncloa respecto a los mecanismos para elevar el gasto en defensa al 2% del PIB desde el 1,28% actual. En el ministerio de Hacienda matizan estos porcentajes porque “hasta final de año no sabremos exactamente cuánto llevamos gastado” en defensa, apostando por mirar más allá de lo que estrictamente se incluye en el departamento que dirige Margarita Robles. Eso sí, ponen el foco en los remanentes porque “siempre hay partidas no ejecutadas, en todos los presupuestos”. “El problema es la métrica del 2% porque nosotros tenemos un mayor PIB y ya invertimos mucho en defensa”, complementan desde el ministerio de Defensa, aludiendo a que en cómputo absoluto de gasto en defensa España es el décimo país de los 32 de la Alianza Atlántica.

Sin esperar a las conclusiones finales sobre el debate en la UE para concretar el “cuánto y el cómo” del gasto en defensa, el Ejecutivo ya ha ido moviendo ficha. Desde el arranque del año, el Consejo de Ministros ha aprobado gastos por un valor de 1.842 millones. Sin incluir las partidas para el ejército por la DANA que en el enfoque del Ejecutivo se pretenden computar, como las de Protección Civil. Un montante que ya se ha nutrido en parte con las mencionadas transferencias de crédito al Ministerio de Defensa desde otros departamentos.

El Gobierno estudia las partidas no ejecutadas, con la máxima de no detraer recursos del Estado de bienestar, pero por el momento evitan dar cifras. Desde uno de los partidos que se han opuesto al plan de rearme en la votación simbólica del Congreso el pasado jueves elevan hasta casi 90.000 millones las partidas que se encajaron entre ministerios por la anterior prórroga de los Presupuestos.

El jefe del Ejecutivo, tras la última reunión de los Veintisiete, lanzaba el mensaje de que “no vamos a hacer ningún ajuste ni ningún recorte social”, en un guiño a sus socios de coalición contrarios al plan como manifestaron en el Congreso en una votación simbólica promovida por el BNG. La máxima es contener el impacto y hacer “pedagogía” para limar la oposición política o social al plan de rearme.

Para ello se juega hasta con la semántica, con el presidente del Gobierno uniéndose a la italiana Giorgia Meloni para censurar la terminología del plan ‘ReArm Europe. "No me gusta en absoluto, no comparto ese término”, reprochó para justificar que, más allá de las connotaciones belicosas, “es una aproximación incompleta del desafío que tenemos por delante en defensa” porque “no se puede explicar sin un paraguas más amplio que es la seguridad".

Giro discursivo por la presión de Sumar

La brecha con Sumar y la presión de los socios, que desmorona el bloque de investidura en el que se sustenta la legislatura en un asunto trascendental para alentar una suerte de ‘gran coalición’ con el PP, está haciendo que Sánchez gire. No solo en retórica, sino también en las demandas que traslada en Bruselas. De este modo, el jefe del Ejecutivo ha pasado de llamar la atención para que se incluya el gasto en ciberseguridad y todo lo relativo a las respuestas por las amenazas del flanco ante la situación en el Sahel, a incluir hasta la Formación Profesional.

“La formación y a la capacitación de personas para trabajar en el ámbito de la seguridad y la defensa”, destacó Sánchez para hacer mención a que España tendría en este campo deberes avanzados. “Hemos movilizado también la formación profesional, la educación universitaria para que no solamente estuviéramos destinando esos recursos económicos a la transformación digital y a la transición ecológica, sino que también tuviéramos el talento necesario, el capital humano, para poder emplear, crear empresa, crear también desarrollo local en estas políticas”, presumió el presidente del Gobierno en su comparecencia ante los medios.

A la espera de la cumbre de La Haya

Cuánto más se compute como gasto en defensa, y la inversión de España en Formación Profesional y universitaria o I+D a cargo de los fondos europeos por el covid no es menor, menos esfuerzo presupuestario. Además de permitir al jefe del Ejecutivo moderar la narrativa de la guerra para navegar con sus aliados parlamentarios, como intentó tras la ronda de contactos con los partidos en el que constató la oposición de sus socios: “No vamos a entrar en una carrera armamentística. Yo no voy a participar de un discurso belicista”.

En el ministerio de Defensa asumen que la definición final del plan de rearme estará condiciona en gran medida por la cumbre de la OTAN que se celebrará en La Haya el próximo mes de junio. Tanto para concretar el gasto en defensa como el calendario. Y es que dependerá de los movimientos de Donald Trump. Si planteará, como viene manifestando, un aumento hasta el 5% del PIB, en lugar del 3% que apunta el secretario general de la Alianza, Mark Rutte, si apostará por sacar las tropas norteamericanas de Europa para desplazarlas al Indo-Pacífico, o incluso si amenazará con sacar a EEUU de la OTAN, provocando su defunción. Sin resolverse antes estas incógnitas, explican en el departamento que dirige Margarita Robles, difícilmente se podán tomar decisiones. Mientras tanto, el Gobierno busca en los remanentes de los ministerios para suavizar el impacto de subir el gasto militar.

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