La orden era tajante. Bob Dylan no quería ni una cámara que le fotografiara o grabara el concierto. Por eso, no se permitió el acceso a ningún medio gráfico ni ninguna cámara a sus fans. A pesar de ello, EL PERIÓDICO consiguió realizar fotografías durante el concierto. La organización explicó que, en un momento dado, los chicos de Dylan se habían planteado hasta requisar los móviles. Un ejemplo claro lo vivieron los periodistas de Aragón TV, expulsados incluso de la entrada por grabar las filas y pretender hacer un directo.