Atención a las caídas inoportunas. Primero fue el pabellón de Aragón, donde el talud para salvar el desnivel es el origen de resbalones y tropezones. Y ahora se une el pabellón de España: los visitantes se apoyan en los juncos que, como es de imaginar son flexibles, y ceden porque están plantados en una superficie con agua. Se está comprobando que entre 10 y 15 personas a diario tropiezan, aunque sin consecuencias.