Ya sabemos que el Plata ha vuelto a la vida, que 16 años no son nada y que ahora se entiende menos por qué un día se fue. Pero guapo, reformado, respetuoso con su alma primitiva, el regreso es una noticia de alcance para la sociedad zaragozana. Conste que no resulta tan fácil como la gente pudiera pensar decir que el Plata está entre nosotros, porque al fin y al cabo sí existen diferencias con su anterior yo dormido, el Plata de hoy desdobla su personalidad con facilidad extrema, sólo depende de la hora y el día de la semana. Porque el café cantante tradicional ya sabemos todos cómo se las gasta, pero... ¿qué es Plata Club?

Se trata de un camino paralelo a la faceta cabaretera, nada que ver. Plata Club es una apuesta ambiciosa, potente, arriesgada incluso según aquellos que conocen los biorritmos nocturnos de Zaragoza. Pero es ahora o nunca, que tenemos Expo, que tenemos verano y tenemos ganas de vivir la mejor música de vanguardia. Porque en esto consiste este proyecto, que arranca además abriendo de martes a domingo por la Muestra y el trajín copero que puede suponer en el centro de Zaragoza. De hecho, los trabajadores de la Expo son un público ciertamente privilegiado en Plata Club, para ellos, las puertas están abiertas siempre de par en par, sin nada a cambio... entrada libre. Electrónica en muchas de sus vertientes, con galones, programada con la mente abierta y la mirada puesta en filosofías de clubes localizados en grandes ciudades europeas. En todo el continente estas propuestas funcionan es el turno de que Zaragoza demuestre que también ha sabido dar el salto.

Porque incluso el propio Plata Club tiene varias intenciones customizadas con nombres diferentes según el día de la semana. Los jueves, las sesiones se titulan Pangea, músicas de cinco continentes del mundo, en amalgama sorprendente cuyo encolante es la electrónica. El viernes, pasamos a Freitag, las vibraciones del suculento tecno alemán con esos ya consabidos retazos minimaleros enrocan en la pista al público. La demostración del enfoque fue en la inauguración. Un tal Mathias Tanzmann estaba en la cabina en una declaración de intenciones que provocó catarsis entre los entendidos. Y el sábado, el traje a medida se llama Lightroom, título vistoso, como el house lúdico con el que se pasará la noche. Cierto, Plata Club ha llegado con la Expo, pero es como la Torre del Agua: nacido para quedarse.