Hija y nieta de granjeros, Teresa lleva treinta años al frente de una estabulación de vacas y es la primera ganadera de su zona, Vega de Pas (Cantabria), que trabaja con reses de carne, elección que la maternidad le obligó a tomar. 

Por eso lamenta que en el siglo XXI no exista igualdad en su profesión y que a la mujer que se pone botas y buzo para cuidar del ganado no se la trate igual que a un hombre.

“No veo igualdad en este sector, yo me considero muy valiente. Siempre he luchado con hombres, que me han tratado bien. Pero soy una persona realista y me gustaría que a esa mujer que verdaderamente se pone las botas y el buzo se la trate igual que a un hombre, y creo que no se hace”, considera esta ganadera en una entrevista con Efe.

Teresa recuerda que en sus treinta años de profesión ha hecho el mismo trabajo como ganadera que el que hace un hombre como ganadero, por lo que insiste en que en su profesión hombres y mujeres son “iguales”.

Esfuerzo y sacrificio constante

Ella ha luchado y ha conseguido abrirse un camino en el mundo de la ganadería llegando a ser vicepresidenta de la organización profesional agraria Aigas-La Unión, pero hoy en día sigue siendo la única mujer entre las diez personas que conforman la ejecutiva de esa entidad.

Teresa es desde los tres años una apasionada de la ganadería gracias a su padre, pero reconoce a sus 48 años que, a pesar de estar en el año 2021, “ser mujer y ganadera supone un esfuerzo y un sacrificio constante”.

Y de esfuerzo sabe mucho Teresa, quien pasó de ser ganadera de vacas frisonas a criar reses de carne, porque estaba embarazada del segundo de sus dos hijos y trabajar con ganado de leche, al que hay que ordeñar todos los días, lleva mucho más tiempo y más dedicación.

Sin embargo, esa barrera no fue la única que superó esta profesional de la ganadería, que vive en uno de las comarcas más reconocibles de Cantabria, la pasiega, que es también una de las zonas más inaccesibles, con carreteras de montaña e, incluso, solo pistas forestales para acceder a las explotaciones ganaderas.

Teresa y su marido vivieron durante sus ocho primeros años de matrimonio en una cabaña pasiega, con dos niños pequeños, sin agua corriente y sin luz y con las vacas como “juguetes” de los hijos, ya que esta ganadera se levantaba de madrugada, daba de desayunar a los pequeños y los llevaba a la cuadra para ordeñar y cuidar el ganado.

Eso llevó a Teresa a decidir que tenía que cambiar las vacas de leche por las de carne, una apuesta que la convirtió en la primera mujer de la zona que escogía ese tipo de ganado, para cuyo cuidado tuvo que hacer un curso de capacitación agraria en el año 1994.

De leche a carne por la maternidad

“Decido pasar a vacas de carne porque veo que me es imposible ordeñar. No tenemos carreteras, hay que llevar la leche con caballos y a mis hijos no podía dejarles solos porque mi marido trabajaba. Así podía compaginar ser madre y ganadera“, precisa Teresa.

Su hijo y su hija siempre han estado con ella en la cuadra y ha conseguido inculcarles la ganadería “sí o sí”, pero reconoce que el éxito lo ha tenido con su hijo mayor, que tiene la misma afición que ella al ganado y que desde hace dos meses es quien se hace cargo de la explotación ganadera tras su baja laboral.

A su hija también le ha transmitido esa pasión por el ganado, pero ella decidió ser técnico forestal y, aunque “tiene unas pocas de vacas también”, se dedica al turismo rural.

“Esto tiene que ser vocacional, que te guste. Vivir en un pueblo es difícil, vivir en Vega de Pas creo que todavía se ha complicado más porque no tenemos buenas carreteras. Yo a mi nave no puedo llegar con coche, tengo que llegar con todoterreno, no tengo ese acceso. Tampoco tengo luz eléctrica, tengo que tener un generador”, explica Teresa.

Sin embargo, está orgullosa de vivir donde vive, aunque cree que hoy en día la gente quiere otras comodidades.

Por eso, pide a los políticos “que se les llena la boca” hablando de despoblamiento rural y de zonas rurales, que hagan algo “realmente” por el medio rural.