Este 12 de mayo se cumplen cien años del fallecimiento en Madrid de la escritora coruñesa Emilia Pardo Bazán. La gripe la sobrevino en una de las primeras olas tardías de aquella pandemia un domingo en su casa. No había antibióticos, ni tampoco vacunas, rememora el catedrático de Literatura Comparada de la Universidad de A Coruña (UDC) José María Paz Gago.

Los restos de Doña Emilia, como la llaman sus estudiosos y admiradores, descansan en una cripta en el centro de la capital pese a que le hubiera gustado que la enterrasen en sus queridas Torres de Meirás, donde su legado pervivirá entre los usos que tendrá esta propiedad pública.

No murió de diabetes, como dicen algunos biógrafos, sino de este virus gripal del tipo A “muy agresivo” que le atacó el cerebro y “se la llevó en tres días” en su casa de Madrid, en la calle Princesa, muy cerca de donde está hoy su estatua.

12 de mayo de 1921, adiós a Emilia Pardo Bazán

Aquel domingo de mayo de 1921 empezó a sentirse mal y llamó a su médico, que le aconsejó reposo. El lunes mejoró pero, al final del día, el malestar se agravó; el martes la visitaron otros dos doctores que concluyeron que su estado era irreversible. Se quedó sin habla. El miércoles al mediodía falleció.

Como con todo lo demás, doña Emilia también escribió sobre su finalDejó instrucciones “precisas” acerca de dónde y cómo quería ser enterrada y despedida, una ceremonia “muy sencilla”.

“Se ha dicho por muchos escritores, como Clarín o Menéndez Pelayo, que era vanidosa y prepotente, seguramente por envidia, sin embargo las instrucciones que da para su entierro denotan que no era así, y aunque lo fuera tenía méritos suficientes”, recuerda Paz Gago, investigador del legado de la escritora desde hace más de dos décadas.

No quiso coronas de flores ni que asistieran autoridades políticas a su despedida, “ahí demuestra su grandeza”, pero sí lo hicieron y “se volcaron con su entierro” en el panteón familiar que está en la cripta de la Iglesia de la Concepción de la calle Goya de Madrid.

Quería ser enterrada en el pazo de Meirás

Sin embargo, ella, que era creyente, había previsto su enterramiento en la capilla de las Torres de Meirás, el magnífico “pazo” -que rebautizó Carmen Polo, esposa de Franco- que heredó de su padre como granja y que mandó construir como se conserva en la actualidad.

“Propongo que se la entierre ahí, que se trasladen sus restos porque era donde ella quería ser enterrada“, reivindica Paz Gago, organizador del congreso internacional que acogerá A Coruña sobre la escritora, que protagonizará más de 40 actividades en su centenario.

Fue en Meirás, una granja con una casa muy rústica ubicada en el ayuntamiento coruñés de Sada, donde el padre de doña Emilia hacía agronomía experimental con poco éxito. En esta propiedad de su abuelo, que pasa a su padre y después a ella, fue donde surge su afán por la ciencia y la técnica.

Un año después de la muerte de su padre, en 1894, empieza a construir las Torres de Meirás. Las obras duraron 15 años y la magnífica casa fue inaugurada en la boda de su hija en 1910.

Allí hizo gala de ser una “gran anfitriona”. Le encantaba invitar a sus amistades, y a alguno de sus ligues, a estas torres que también dieron nombre a muchos platos que plasmó en sus libros de recetas. Allí escribió y leyó mucho. Meirás era el sitio de su recreo.

Las torres de Meirás de Pardo Bazán

En la Torre de la Quimera, la más alta de la casa, la escritora tenía su biblioteca y actualmente alberga casi 3.000 volúmenes. Fue precisamente el lugar elegido para el acto formal de entrega del inmueble por parte de la familia Franco al Estado.

Otros 8.000 libros completan su biblioteca custodiados en la que fue su casa de la ciudad de A Coruña en la calle Tabernas, sede de la Academia, y todos ellos han sido protegidos.

Cien años después de su muerte, estas Torres de Meirás han sido declaradas patrimonio público y las administraciones dirimen sus futuros usos, entre los que prima el legado de la escritora y también se contempla la recuperación de la memoria histórica por haber sido residencia de verano de Franco.