Durante el 2020, 11 millones de niñas han tenido que dejar sus estudios y la ONU señala que, según sus previsiones, 47 millones de mujeres están en camino a la extrema pobreza.

“Estamos muy preocupados por el hecho de que haya habido este impacto fuerte en la vida de las mujeres, en los ingresos, en su salud y en su seguridad”, manifiesta a EFE la directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres, Anita Bhatia, también subsecretaria general de las Naciones Unidas.

En su primera visita oficial después de la pandemia, la directiva de ONU Mujeres ha elegido Ecuador para tomar el pulso al nuevo Gobierno de Guillermo Lasso, que asumió el 24 de mayo, y del que ve un “claro compromiso con los temas importantes: género, igualdad y empoderamiento de las mujeres”.

Bhatia ha considerado devastadora la pérdida de ingresos de las mujeres debido a que la pandemia ha tenido un duro impacto en los sectores donde más trabajan: “Hay casi 47 millones más de mujeres en el mundo que van a entrar en un estado de pobreza extrema”.

Cifras inaceptables de violencia

La violencia es otro de los temas que se han disparado con la covid-19, lo que incluso ha llevado al secretario general de la ONU, António Guterres, a alertar que se está produciendo una “pandemia en la sombra”, a la que hay que combatir, “como cualquier otra batalla, porque las cifras realmente no son aceptables“.

Entre los diferentes flancos del combate por los derechos de las mujeres, Bhatia avisa de la amenaza de exclusión escolar en tiempos de crisis sanitaria al constatar que el año pasado se perdieron 11 millones de niñas del sistema formal de educación en el mundo, indicador que se traduce en que “una generación entera no va a terminar sus estudios”.

“Lo más importante es saber que en un año hemos perdido en algunos casos 10 años de progresos, en otros 25 años, y necesitamos que se reconozca el tema y tomar medidas extraordinarias, porque si seguimos como hasta ahora, no vamos a poder cambiar esas cifras“, ha asegurado.

Ecuador es uno de los países que se encuentra entre los primeros de la región latinoamericana en embarazos infantiles o normalización de la violencia machista, según ONU Mujeres, lacras que la representante urge contrarrestar mediante la implementación de acciones y leyes específicas, recursos adecuados, capacitación judicial, policial y de las propias mujeres.

“Estamos aquí para apoyar al Gobierno con asistencia técnica, con capacitación y una estrategia integral violeta”, apunta.

En el país, 65 de cada 100 mujeres entre 15 y 49 años han vivido alguna forma de violencia en su vida, cifras que, acota, se pueden cambiar y, para ello, se debe partir de un discurso a nivel gubernamental de que eso no es aceptable, pero también se debe asumir una responsabilidad y capacidad para medir los cambios.

Responsabilidad y medición de cifras

“No es suficiente con decir que vamos a cambiar, sino que tenemos que tener una manera de medirlo y difundir esas nuevas cifras al mundo”, ha precisado la directora ejecutiva adjunta de la ONU.

Durante su viaje ha visitado la Casa de la Mujer, un refugio para víctimas de violencia de género y sus hijos ubicado en el centro histórico de Quito y bajo gestión municipal: “Cuando sabemos la cantidad de violencia contra las mujeres es obvio que necesitamos muchas casas más así“.

Pero en un continente que está sufriendo los embates económicos y sanitarios que deja la pandemia, reflejados en un aumento galopante de la pobreza, la alta responsable de la Organización quiere con su visita expresar a los Gobiernos que no deben bajar la guardia sobre los derechos y recursos para proteger a las mujeres.

“Es muy importante que los Gobiernos de la región tengan el género, la igualdad, los derechos humanos y el empoderamiento de las mujeres como algo fundamental en su plataforma” política.

Con la nueva Administración en Ecuador ha abordado propuestas de innovación financiera inédita, como bonos de género, que se han creado en el sector privado pero nunca emitido como soberanos.

Ha propuesto, igualmente, compartir experiencias y buenas prácticas de otros países como India, para hacer frente a la denominada pobreza menstrual, gracias a la entrega por parte del Gobierno de enseres higiénicos para mujeres por valores irrisorios.