El pasado fin de semana se vivió en el Teatro de la Estación una experiencia dramática ciertamente interesante y original, de las que dejan recuerdo y huella.

Los actores Francisco Ortega y Evelia Sancho, dirigidos por Rafael Campos, se enfrentaron al mundo, a las palabras e ideas, a los sentimientos íntimos y secretos de un conocido pintor, Jorge Gay.

Una apuesta --"La visita"-- ciertamente poco común en su base de inspiración, ya que los artistas plásticos raramente suelen confiar sus experiencias y reflexiones artísticas o existenciales al lenguaje escrito, a las palabras, a la oratoria, a la poética, desconfiando de los códigos y significados verbales y permaneciendo por lo común a salvo en su mundo de trazos, colores, imágenes y sueños.

El caso, aunque casi nadie lo sabía, es que Jorge Gay, a lo largo de sus ya muchos años como artista, había acumulado una cierta cantidad de textos en los que meditaba con lucidez y un notable estilo sobre los aspectos más variados de la existencia, a veces en relación con el arte y otras con cualquier otro asunto.

El resultado de su adaptación teatral es una obra en la que una pareja de seres humanos se enfrenta a los lienzos de sus vidas. Sobrecargado ya el del veterano pintor; casi blanco aúnel de la muchacha que entra su vida de la mano, precisamente, de las palabras.

Un espectáculo medido y humano, perfectamente exportable, en el que brilla con luz propia la dirección escénica de Rafa Campos, cuya experiencia ha logrado derivar el punto de partida solemne, filosófico, de los escritos de Gay hacia una comedia melodramática donde episodios y sentimientos afloran en auxilio del espectador, y donde la solemnidad ideológica se rebaja con golpes de efecto y de humor.

El propio pintor ha colaborado en el espacio escénico, en el que destacan la iluminación (Carlos Seral y Fernando Medel), la imagen y el vídeo (Javier Albero), la fotografía (Gonzalo Bullón) o la selección musical, a cargo de un Juan Antonio Gordón que en una oportunidad le dijo a mi buen amigo Noah Gordon: "Yo me llamo como usted, pero con tilde".

Una obra, también, que permite comprobar el excelente estado de maduración escénica de Paco Ortega así como los dones interpretativos de Evelia Sancho, una joven actriz aragonesa de la que, con seguridad, oiremos hablar mucho y bien.