El primer fin de semana del Pilar se acerca y, con los contagios de covid en mínimos, parece que las ganas de fiesta y de celebración van en aumento. El ocio nocturno, uno de los sectores más perjudicados en esta crisis, empieza a ver luz al final del túnel y cada local que saca entradas ve como vuelan en apenas minutos. «Está siendo una locura», admite Asier Isasi, uno de los fundadores de la aplicación móvil Nyxell, que gestiona la reserva y la venta de tíquets para los pubs más conocidos de Zaragoza y otras ciudades.

Isasi explica que hay «incluso mucha gente cabreada y frustrada por no haber conseguido entrada» en ninguna discoteca para el próximo fin de semana. «El número no depende de nosotros, porque ponemos a la venta las que los locales nos dicen. Pero la gente tiene que saber que Nyxell nunca gestiona el 100% de las entradas que vende un local, porque también se quedan algunas para vender en taquilla», explica.

Un simple vistazo rápido a esta aplicación da cuenta de la situación. Para este próximo sábado por la noche, por ejemplo, no hay huecos disponibles en La Antigua, Mamanucca, Inöpia, Oasis, Babia, Kenbo, La Casa del Loco y Da Luxe. Pero ocurre lo mismo, en muchos casos, con el jueves, el viernes e incluso en los días entre semana del Pilar. No queda apenas nada si no son algunos reservados donde una mesa cuesta 150 euros.

Los nombres de algunas fiestas organizadas por estos clubs son además bastante aclaradores con respecto a lo que se celebra: No Pilares o No te rayes son Pilares. Parece que el ayuntamiento no ha conseguido extender el concepto de semana cultural.

Más allá de las fiestas, que dependen de los locales, Isasi explica que están vendiendo entradas de eventos y lugares que jamás habían imaginado. Están abriendo sitios nuevos y hay también promotores privados que están aprovechando espacios que tienen disponibles para poder montar discotecas improvisadas, siempre cumpliendo, eso sí, con las medidas y las restricciones que impone Sanidad. Un ejemplo es una sala que se va habilitar en una de las últimas plantas de las torres del World Trade Center en el Actur. «La demanda es enorme por lo que la oferta también está aumentando», explica Isasi.

Detrás de este fenómeno, opina el cofundador de Nyxell –una empresa que nació antes de la pandemia–, existen varios condicionantes: «por un lado que todo el mundo quiere salir y no hay tanto sitio libre» (los aforos para el ocio nocturno están al 50% con la gente sentada) y por otro que «los que tienen ahora 18 y 19 años que hasta ahora no han podido salir de fiesta» y se han incorporado a la demanda con la oferta aún restringida por el covid.

«Es una pasada. El día que sacamos las entradas de algunas de las discotecas más importantes, que eran 300 en total, había 5.000 personas intentando entrar a la web», dice Isasi, que explica que su empresa ha tenido que readaptarse para poder hacer frente a esta nueva situación. «A nivel tecnológico y de servidores lo que tenemos ahora no es lo mismo que teníamos hace tres meses. Venimos de una racha muy mala porque nos dedicamos a vender entradas del ocio nocturno y con la pandemia te puedes imaginar», explica Isasi, en cuya empresa trabajan «los tres socios fundadores a tiempo completo y cinco desarrolladores». «Somos una empresa joven, de Zaragoza, no una gran multinacional», afirma, por lo que pide también paciencia a sus usuarios. «Si tienen algún problema y nos escriben respondemos en el mismo día», cuenta.

"Disturbios sin precedentes"

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Más allá de las ganas de salir, el aforo fijado por el Gobierno de Aragón para las discotecas es otra de las trabas que se encuentran los jóvenes a la hora de conseguir una entrada. Con esto, lo que se va a conseguir, asegura el portavoz de los empresarios de ocio nocturno de Zaragoza, Alberto Campuzano, «es que haya disturbios sin precedentes» porque la política de restricciones «no es real».

Desde la asociación que representa están esperando que la Justicia se pronuncie sobre su petición de eliminar límites de aforo, restricciones horarias y la prohibición de usar las barras y las pistas de baile. «En la calle, con la gente esperando a entrar en las discotecas, no hay ni 20 centímetros entre las personas y se generan aglomeraciones a las puertas de los locales», explica, por lo que opina que sería mejor dejar más espacio dentro de los establecimientos para evitar estos problemas. «En Aragón fuimos los primeros en ser cerrados y parece que la intención es que seamos los últimos en abrir», lamenta Campuzano.