Si hace 10 años, cuando metió su rap en cintura de jazz con el disco Magnetism, Kase.O ya era el amo de la rima de las Españas y ofrecía unos directos perturbadoramente vigorosos, hoy, incluso superando lo ofrecido en su exitosa gira de El Círculo, lo de este hombre sobrepasa cualquier expectativa y hace estallar sus propios y elevados límites con la facilidad con la que se rompen los muebles en una pelea de cine. El jueves (repitió el viernes), contra viento y pandemia, apechugando con unas restricciones que no se dan en otro tipo de espectáculos, Kase.O presentó en el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza su revisión de Magnetism, dentro del tour que celebra el décimo aniversario del parto.

Hugo Astudillo, también conocido como Escandaloso Xpósito cuando le da por rapear, (saxo), Dani Domínguez (batería), Dani Comas (guitarra), Juan Pablo Balcázar (bajo) y Juan Berbín (percusiones) fueron los magnéticos-magníficos que dieron soporte musical a esa locomotora que tira de la palabra para convertirla en puro ritmo, de tal manera que no es exagerado afirmar que Kase.O marca un antes y un después en el manejo del verso en español; es decir, en su modulación, tempo y cadencia.

Súmese a eso el detalle de que Kase, que nunca se ha comportado en el escenario como un rapero al uso, echa ahora mano con soltura de las técnicas de la interpretación teatral, e incluso de la dramaturgia, para armar un cosmos gestual que lo sitúa a años luz de sus competidores en escena. Añádase ahora a los factores mencionados una espléndida reformulación de las canciones y tendremos un brillante paradigma de lo que es una actuación musical, independientemente de géneros y estilos.

El repertorio del concierto, con piezas de Magnetism y de El Círculo, alguna de Violadores del Verso y canciones de nuevo cuño y edición reciente, presentó un abanico sonoro que fue del jazz estratosférico de Sun Ra al post-bob, pasando por el funk y otras especias musicales. La apertura, con Libertad, ya despejó el horizonte. Una tanda confeccionada con una notable combinación de Presente y El todo, A solas con un ritmo, Ninguna chavala tiene dueño, y Que no hay alcohol, fueron subiendo la temperatura (antes de que Expósito cambiase el saxo por la rima) para culminar con un espectacular Becquer, un dúo de campanillas con Xhelazz (Billete hacia la tristeza) y un trío gozosamente gamberro con Sho-Hai y el mentado Xhelazz (Viejos ciegos). La cantada, no rapeada (como Bond) Mazas y catapultas, con aires de jazz tropical, dio paso a uno de los bombazos de la velada: Boogaloo, iniciada con unos compases de jazz-rock y desarrollada después por singulares territorios, todo un reto para los músicos y Kase.

El funk de Como el sol preparó el hipotético final, que llegó con Repartiendo arte; pero faltaban los bises. El primero, un tremendo calipso con remate de cumbia, llegó con Ringui-Dingui; el segundo, en cuya presentación aprovechó para darle un viaje verbal a J. Balvin (es el segundo que recibe últimamente el colombiano tras la andanada de Residente), fue T. Rex; después, con Renacimiento, volvió a aflorar el funk, y el adiós tuvo este estribillo, marca de la actitud vital de Kase: «Cuanto más amor das, mejor estás». Una gozada, oye. Y como dirían Los VanVan (algo parafraseados, eso sí). ¡Sandunguero, que te vas por encima del nivel!