De cualquier manera. Me atrevo a asegurar que es sí como se viste un porcentaje alto, muy alto, de los aragoneses que participan en la Ofrenda de flores a la Virgen del Pilar de Zaragoza. Y eso es un hecho lamentable. Como es lógico deducir, otro porcentaje de oferentes muestra que se ha preocupado por lucir su atuendo aragonés de modo adecuado, aunque entre ellas y ellos se pueden apreciar aspectos que no permiten afirmar que su traje sea totalmente correcto. Hay una selecta minoría que viste de modo impecable. Son los menos.

Esta valoración personal me arriesgo a extenderla a otro acto como es el Rosario de cristal al que de forma generalizada se ha considerado que es cuando se visten y puede verse atuendos mejor compuestos y llevados. Pero opino que la realidad no es así. Es cierto que los trajes que se lucen en el rosario son más graves, serios o solemnes y hay mayor profusión de vistosas prendas como los mantones. Pero entre las y los participantes hay de todo.

A pesar de que parece, en un principio, un acto menor, creo que es la Ofrenda de frutos donde mejor se viste la indumentaria tradicional aragonesa, que no tanto la de los grupos de las casas regionales. Se trata, como es obvio, de trajes de diario o trabajo. Pero como sucede en los actos antes mencionados, también  hay para todos los gustos, si bien se manifiesta un mayor esfuerzo por vestir con corrección.

Cuando se analiza o comenta la Ofenda de flores y el Rosario de cristal, se produce una curiosa circunstancia entre los medios de comunicación y también entre los entendidos en indumentaria, y personalmente lo se porque en ocasiones he sido participe de ella; consiste en una especie de norma no escrita ni dictada por la que solamente se puede hacer halagos y parabienes de lo que suponen y representan ambos actos. Apenas hay cabida para la crítica, aunque sea constructiva. Hay que mostrarse políticamente correctos.

A lo largo del tiempo creo que esa situación ha ido generando el afianzamiento de toda una serie de vicios y errores que incluso han ido creciendo y hoy están muy instaurados. Recordamos que estamos hablando de las formas de vestir, de indumentaria.

La Ofrenda de flores es el acto, en las fiestas del Pilar, con mayor participación, superando los 200.000 oferentes cada edición, si las circunstancias acompañan. Y es igualmente participado por el público, local o foráneo, que contempla su desarrollo por el centro de la ciudad. Desde luego es por sí mismo un acto espectacular y muy atractivo.

Creo que podría serlo mucho más, mejorando su calidad y organización. Se lograría mejorando la indumentaria que se luce de modo progresivo, que año a año fuera ganando terreno el bien vestir frente al vestir de cualquier manera.

En un plazo de tiempo razonable podría darse un cambio significativo en la Ofrenda, logrando que sea un importante referente de la cultura aragonesa mucho más significativo o importante de lo que ya es, más allá del folclore y el popularismo.