Fiestas del Pilar
Las ferias de las Fiestas del Pilar: una irresistible atracción por las que no pasa el tiempo
Las vacaciones escolares marcan el inicio de los días más concurridos de un lugar por el que no pasa el tiempo y que es un paraíso para los cinco sentidos

En imágenes | Una tarde en las ferias, un clásico que nunca defrauda en las Fiestas del Pilar / Laura Trives

A pesar de que todavía quedan la gran mayoría de los actos más icónicos, las Fiestas del Pilar están entrando en su recta final. A buen seguro serán los días más multitudinarios, entre otras cosas, porque los niños disfrutan desde este jueves de dos días extra de vacaciones para que puedan disfrutar de la variada oferta infantil que se ha preparado desde las instituciones.
Pero por muchos otros planes o lugares que se puedan visitar, hay uno que es parada obligatoria para los más pequeños de la casa, las ferias. Allí, por muchos años que pasen, el ambiente, los colores y los olores apenas cambian. Tampoco lo hacen las sonrisas de los niños, la emoción y las dudas para elegir en qué atracciones montarse. Porque las opciones son inmensas y el presupuesto de los padres o de los acompañantes es limitado. Pasar por taquilla en las ferias nunca ha sido demasiado barato, pero los actuales precios de cada viaje, entre 3,5 y 5 euros, hace que, en la mayoría de los casos, allá que recortar los deseos. Pero quien más y quien menos hace un esfuerzo por complacer a sus pequeños, aunque las ferias son un lugar que está pensado para que pueda disfrutar cualquiera, tenga la edad que tenga.
Sin embargo, en el primer día de fiesta escolar, los claros protagonistas eran los niños. Sin tener que ir a clase, acudir al Recinto Ferial de Valdespartera fue la opción elegida por muchas familias para así tratar de evitar las más que seguras aglomeraciones del fin de semana. Por ello se notó un claro aumento de la fluencia del público con respecto a los días previos. Además, las ferias contaron este jueves con unos visitantes inesperados. La comparsa de Gigantes y Cabezudos de Zaragoza persiguió a los niños y no tan niños por un recorrido no demasiado habitual dejando una estampa de contrastes que, por el contrario, provocó que los niños se sintieran en el mismo paraíso, sin saber en dónde colocar su atención ante tanto estímulo.
Son 145 las atracciones que se han instalado estas Fiestas del Pilar en Valdespartera. Una de las más concurridas está siendo la clásica noria y es porque este año ha llegado con novedades. Sus 45 metros de altura, la más alta de todas las que han pasado por las Fiestas del Pilar, están siendo un reclamo para muchos visitantes que quieren comprobar de primera mano cómo se ve Zaragoza desde las nubes. También está llamando mucho la atención una de las que se estrenan este año en la capital aragonesa, llamada ‘High Energy’, aunque sus giros no son aptos para los que sufren de mareos. Por lo demás, no falta ninguna de las ferias que se puedan imaginar: los coches de choque, el tren de la bruja, las camas elásticas....
Tanto movimiento abre irremediablemente el apetito, algo que en el Recinto Ferial de Valdespartera es tremendamente fácil remediar. Porque visitarlo es una experiencia estimulante para todos los sentidos y especialmente para el gusto y para el olfato. El clásico olor a algodón de azúcar y churros sigue siendo el predominante, pero a estos se les ha sumado una variedad de comida que solo se podría encontrar en una feria gastronómica. Las patatas fritas compiten con sus hermanas las asadas, con gofres, con dulces, con pollo frito y hasta con comida turca. Aunque también hay opciones más tradicionales como el ternasco, los embutidos de la tierra o el pescado frito. Allí es sumamente difícil tener tanta fuerza de voluntad como para no sucumbir a alguna de entre tantas tentaciones.
En esa mini ciudad que son las ferias, concebida exclusivamente para el gozo y disfrute humano, también son muy característicos los sonidos. Tanto es así que si uno cierra los ojos al entrar allí, solo por lo que escucha puede asegurar, sin titubeos, el lugar en el que se encuentra. Camela en las ferias es religión mientras la música, a todo volumen, de una atracción se entremezcla con la de las dos que tiene a los costados. Un cóctel explosivo que completan los responsables de los, también muy abundantes, puestos de juegos de habilidad, rifas y tómbolas.
Allí se afanan grupos de amigos intentando demostrar cuál tiene mejor puntería, padres que quieren conseguir para sus hijos el peluche de sus dibujos animados favoritos y amantes del buen comer que buscan con ansias conseguir el jamón o, por lo menos, quedarse con el premio de consolación que suponen los chorizos y los salchichones. «Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto», es la frase que más se escucha en un lugar, las ferias, en el que si la felicidad no se puede comprar, al menos es posible alquilarlas por unas horas.
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