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La Comparsa de Gigantes y Cabezudos y Caballitos de Zaragoza: "Hay personas a las que recuerdas de niños y ahora vienen con hijos"

Los protagonistas de la mañana del domingo celebran "la ilusión y las ganas" con las que las familias se acercan a la plaza del Pilar

Vídeo | La Comparsa de Gigantes y Cabezudos y Caballitos de Zaragoza: "Hay personas a las que recuerdas de niños y ahora vienen con hijos"

Jaime Galindo

S. H. V.

Zaragoza

El ir y venir de gente en el Ayuntamiento de Zaragoza es habitual. Normalmente, es gente trajeada, miembros de la corporación municipal o funcionarios raudos a su puesto de trabajo. También ciudadanos que necesitan rellenar documentación. Pero en las fiestas del Pilar, toda la ciudad cambia de decorado. En el vestíbulo hoy esperan figuras gigantes y cabezas inabarcables en un abrazo: la Comparsa de Gigantes y Cabezudos y Caballitos de Zaragoza espera a que el reloj marque las 12.00 horas para que las dulzainas y timbales marquen el compás de su marcha.

Estiramientos, carreras y voces afinadas en un espacio reducido de pura camaradería. Abrazos y reencuentros minutos antes de que todo eche a andar. Vigilante, Manuel Anadón, responsable de la comparsa y encargado de marcar los tiempos y levantar el telón de una de las funciones más esperadas de la semana. Frente a ellos, centenares de niños y otras tantas familias gritan nombres conocidos para todos: Morico, Pilara, Don Quijote, el Chino y muchos más son reclamados por una juventud a la que no le falta aire en los pulmones para reclamar a sus admirados personajes.

"Es uno de los momentos más esperados por todas las familias", cuenta a este diario Manuel Anadón, mientras vigila que todo vaya en orden a quince minutos de que comience el teatrillo. "Por nosotros también", admite el responsable de la comparsa, que se muestra "encantado de ver cómo la gente se sigue volcando con este espectáculo".

Anadón califica de "maravilla" la imagen que la plaza del Pilar le devuelve al mediodía: "Es que ves a todo el mundo sonriendo". La actividad, un baile de gigantes, cabezudos y caballitos por el centro de Zaragoza, se convierte en "privilegio" para todos los miembros de la comparsa: "A la gente le gusta salir todos los años y nosotros apreciamos que ellos quieran venir a pasar la mañana con nosotros".

De generación en generación

Año tras año, el primer sábado de Pilares se reserva a la comparsa en muchas familias. Tantas que las personas que van dentro de los personajes se conocen su evolución. "Lo único que nos cambia año a año a los que llevamos tanto tiempo es que vemos a personas a las que recuerdas de niños y hoy ves que vienen con sus hijos", cuenta Anadón, emocionado. En su caso, participa de este grupo desde hace 27 años, "pero hay muchos aquí que llevan más de 30 años saliendo".

No hay muchas más diferencias de unas fiestas a otras. "Las ganas y la ilusión que ponen las familias son siempre las mismas", asevera Anadón, que tiene la cantidad medida: "Muchas". El buen desarrollo de la comparsa hace que en cada edición "no se eche nada en falta" respecto al pasado y el éxito lo pone el propio público: "Siempre que viene la gente, los miembros de la comparsa nos damos por satisfechos".

Posan para una foto final, en las escaleras del vestíbulo del Ayuntamiento de Zaragoza. Sonríen y tararean algunas de las canciones que seguro piden los más pequeños. Miran el reloj: 11.54. Los más espabilados, como la Pilara o el Torero, salen a saludar a los pequeños. Música y acción. Comienza la Comparsa de Gigantes, Cabezudos y Caballitos de Zaragoza.

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