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Mucho de nada ante una novillada infumable

Apenas se notó la presencia Cid de María, Pedro Andrés fue excesivo en todo para llegar a nada y Tomás González no rompió ni en volandas de su gente

Carmelo Moya

Carmelo Moya

ZARAGOZA

La cuarta función de la feria del Pilar, segunda de las novilladas picadas programadas, precisó de una guía para seguir la composición del cartel: Cid de María había entrado por Mario Vilau que a su vez reemplazó a Daniel Artazos cuyo debut con picadores estaba previsto en esta fecha pero se frustró por resultar herido de gravedad actuando en Málaga.

Por su parte, el alcorisano Tomás González fue llamado para sustituir a Joselito de Córdoba. Un galimatías.

Al final, a las 17.30 horas todos en el patio de cuadrillas y el escaso público (apenas un tercio del aforo siendo generoso al alza) que se da cita para este tipo de eventos, tan condescendiente como siempre excepto la resistencia de la aldea gala que habita tarde tras tarde el tendido alto del cuatro y del cinco.

Al menos se ensayó -no se sabe si con voluntad de su aplicación definitiva- el estacionamiento en el antiguo patio de cuadrillas de los caballos de picar entre las suertes de cada toro a fin de ahorrar tiempo en el desarrollo del espectáculo. Aunque tampoco se notó porque la cosa no baja ningún día de las dos horas y media.

Otra medida necesaria es la apertura de la parte móvil de la cubierta que en los días venideros se hará imprescindible para renovar el ambiente. Y ya puestos, la propiedad debería haberle dado un manguerazo a presión a todo el perímetro exterior del coso (recordemos que es un BIC, o sea un monumento protegido) porque tanto sus muros como, sobre todo, la verja de forja están vergonzosamente sucísimos.

Deleznable

Dicho lo cual, habrá que detenerse en lo que sucedió en el ruedo. Que fue de poco interés debido a un encierro de Hijos de Ignacio Pérez-Tabernero verdaderamente deleznable.

Primero, por sus hechuras: horripilantes, muy lejos del prototípico modelo santacoloma, que debía ser bajo, reunido y armónico. Marcados con el hierro de Hoyo de la Gitana que se destinó a esa procedencia porque hace muy poco se metió en la ganadería sangre Murube a través de lo de Ángel Sánchez y parece que ahora se llevan las dos ramas por separado.

Decíamos que lo de ayer, con esos animaluchos altones, despegados del suelo -casi zancudos-, degollados de papada y avacados coronando en encornaduras brevecillas y reunidas y con unos guarismos en la báscula que apenas se compadecían con la apreciación visual, mosqueaban tela.

En ese escenario saltaron los dos novillotes de Pincha, tuertos en el país de los ciegos, con, al menos, una movilidad que mantenía despierto al espectador.

El primero de Pedro Andrés, vallisoletano (como el empresario) aunque nacido en Vitoria, llegó muy vivo a la muleta moviéndose sin descanso. Y el novillero aplicó granel para dar respuesta a esa primera oleada hasta que el utrero se rajó. Aquello terminó en un interminable periplo a lo largo del perímetro.

Esa doctrina de los cien mil pases fue aplicada igualmente en el otro, que iba y venía sin ser finalmente sometido a pesar de que Pedro Andrés igual le bajaba la mano como le regateaba haciendo ochos doblándoble el alma sin contemplaciones. Se regaló su vuelta al ruedo como si nada tras sonar un aviso.

El alcorisano Tomás González

El alcorisano Tomás González, con sus dos autobuses de paisanos en el tendido estuvo arropado durante toda la tarde. Que comenzó con ese otro novillo de Pincha al que recibió con una larga cambiada y verónicas rodilla en tierra y al que pudo hacerle el toreo bonito con la muleta gracias, sobre todo, al preciso tercio de varas firmado por Romualdo Almodóvar.

Perdió una posible oreja por pinchar y fallar con abundancia con el descabello. Durante la vuelta al ruedo rumiaría seguro su porta gayola al sexto, que libró gracias al cuerpo a tierra.

La lidia, ilustrada con una sonora pitada sostenida en el tiempo, deslució sobremanera un episodio breve y para olvidar.

También hizo el paseíllo Cid de María en sustitución de Mario Vilau. Su actuación estuvo vacía de contenido y su actitud incomprensiblemente conformista.

La ficha del festejo

NOVILLOS DE Cuatro de Hijos de Ignacio Pérez-Tabernero (marcados con el hierro de Hoyo de la Gitana) infumables; dos remiendos de Pincha (2º y 3º).

CID DE MARÍA. Sustituía a Mario Vilau. Silencio y silencio tras aviso.

PEDRO ANDRÉS. Ovación tras petición y vuelta por su cuenta tras aviso.

TOMÁS GONZÁLEZ. Sustituía a Joselito de Córdoba. Vuelta tras aviso y ovación.

ENTRADA. Un tercio.

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