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Castella sienta cátedra ante un Aarón sobresaliente

El francés sale por la puerta grande y Aarón Palacio, en su cuarta corrida de toros , ofrece una versión popular y otra, en el sexto, de muy alto nivel

Carmelo Moya

Carmelo Moya

ZARAGOZA

Morante, Morante, Morante, Morante, Morante... esa era la palabra más pronunciada este jueves en los alrededores de la plaza de toros horas antes de comenzar el festejo. Y en el salón del ayuntamiento en torno a mediodía cuando la alcaldesa Natalia Chueca ha hecho entrega a Daniel Luque del trofeo al triunfador de la feria del Pilar 2024.

Lo peor de todo es que hasta que alguna de las partes ha piado no se podía decir -por responsabilidad profesional- que el de la Puebla no iba a venir. Aunque lo sabían sólo dos: españoles y extranjeros.

Lo confirmaban testigos del momento en el que se embarcaron los toros de Cuvillo sin presencia de nadie de la gente de Morante. ¡Miau, caloyo!

No se podía decir porque no había un parte médico en español o en portugués que lo respaldara. Aunque todos decíamos que se agarrarían a lo último en Úbeda. Y así fue. Todo muy previsible y chabacano. Como lo hacen los taurinos, con ese desahogo y tal.

No se podía decir tampoco que si no venía santonio se caía un David de Miranda que la empresa llegó a anunciar en su propia web durante unas doce horas aproximadamente del miércoles y que eliminó en torno a las 23.30 horas para colocar de nuevo el careto de Manzanares.

El envoltorio de un festejo

Pero todo ello no fue si no el envoltorio de un festejo con verdadero interés que este jueves ha convocado a tres cuartos de plaza, eso sí, entregada, subyugada, diríase, por el «fenómeno Aarón».

Por supuesto con su popurrí de ganaderías. Que no falte un día sin el consiguiente vergonzoso trasiego de reses en los corrales.

Anunciado de principio con tres hierros, el muestrario ha quedado (tras cuatro descartes previos por falta de trapío) en dos de Matilla, dos de Domingo Hernández y dos de Garcigrande.

Corrida cinqueña en su conjunto, de nuevo, con un toro de seis años menos unos días, al límite del tope reglamentario y una diversidad de volúmenes, caras y facultades físicas, inaceptable.

En ese palenque se ha dirimido el mano a mano entre el veterano Castella con sus 25 años de alternativa y el recién escudillado Aarón Palacio, cincovillés de Biota que ya arrastra a sus varios cientos de partidarios furibundos.

Que este jueves se han integrado en una masa que se ha entregado a su toreo en reciprocidad desde el principio, pues la oreja que le ha arrancado a su primero tuvo determinantes tintes paisanos. Pues el toro ha sido protestadísimo con razón durante toda la lidia, por cierto muy ramplona y desordenada, antes de que el bichejo dejara de huir para atender a la muleta de un Aarón que lo ha dejado listo de papeles a la de tres.

Su segundo era un camión capitoné de mudanzas, de horripilante estampa que prometía poco. Pero Palacio se ha tirado de rodillas en el comienzo efectista del lío. La cosa ha tomado cuerpo y la estocada entera desprendida ha valido otro despojo.

La talla en el sexto

Cuando verdaderamente ha dado la talla ha sido el sexto, un toro serisísisisisismo de Matilla vareado de carnes, dueño de dos espabiladeras pavorosas al que ha recibido a porta gayola, luego cuerpo a tierra con tres largas cambiadas, otras tantas chicuelinas y su remate. La locura.

Ahí ha apaarecido esa cabecita tan bien amueblada y ese perfil altamente resolutivo que le caracteriza y al que ha sumado un aplomo superior para darle fiesta al toro en combinación de factores en contra: ninguna fuerza, escaso recorrido y parones estremecedores.

El niño ha sacado algo más que pinturería. Se ha graduado con sobresaliente con total autoridad.

Como catedrático, Sebastián Castella ha abreviado con su primero, un toro de Matilla de incansable recorrido al que ha machacado con una poderosa muleta, reduciéndolo por completo hasta que ha quedado en nada y casi acostándose, acobardado. ¡Qué tío!

La estocada al tercero -de premio de la feria- ha sido el colofón a un arrimón tras una faena muy cerebral. Y el éxtasis, en el quinto, un compendio de virtudes tras hacerse dueño del espacio, la distancia y el ritmo de aquello. La serie final por la izquierda, rebuscando en los restos de la bravura escondida fueron esclarecedores. Sencillamente, magistral.

La ficha

TOROS DE Hermanos García Jiménez (1º y 6º); Domingo Hernández (4º y 5º) y Garcigrande (2º y 3º). Lote cinqueño y muy desigual en formas y comportamientos.

SEBASTIÁN CASTELLA. Silencio tras aviso, oreja y dos orejas.

AARÓN PALACIO. Oreja; oreja con petición de la segunda tras aviso y ovación tras aviso.

ENTRADA. Tres cuartos de plaza.

Presentación en Zaragoza de Aarón Palacio como matador de toros. Se desmonteraron tras parear Agustín de Espartinas y Mariano Ruiz. Dos horas y tres cuartos.

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