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La crónica del Humor en Xior: Leo Bassi congrega a sus fieles

El cómico ha llenado todo el Anfiteatro Xior en la tarde de este jueves con su humor irreverente y sus ocurrencias alocadas

Leo Bassi congrega a sus fieles en el escenario Xior

Pablo Ibáñez

Zaragoza

A los 74 años se puede seguir estando muy activo y eso ha enseñado este jueves Leo Bassi a la gran multitud de espectadores que se ha reunido en el Anfiteatro Xior. El humorista no ha dejado indiferente a nadie en la hora y media que ha durado su espectáculo ‘The Best of Leo Bassi’, en el que ha repasado los mejores sketches de su dilatada carrera y ha mostrado que el humor no tiene límites y que sus fieles nunca le dejaran solo.

Solo con la imagen de un anfiteatro totalmente abarrotado en el que la gente tenía que buscar que sitios había libres porque casi parecía un reto mayúsculo conseguirlo. Su presentación como el santo pontífice de la iglesia patólica, religión creada por el mismo, fue recibida por una lluvia de aplausos por sus fieles.

Bassi estaba indumentado con su pijama y una bata enseñando ya que su show iba a ser un poco estrambótico. Lo primero que hizo fue una crítica mordaz a Estados Unidos y a la situación actual del mundo en el que vivimos, pero el humor no iba a quedarse apartado de la escena y se ganó a los más pequeños lanzándoles el líquido de varias latas de Coca-Cola, gesto que despertó las risas de todo el público.

Su avanzada edad le permite decir lo que quiera porque como el propio Bassi dice "ya estoy de vuelta de todo" y sus chistes de humor negro cautivaron a la gente, desde niños hasta jubilados. Intentando volver a sus inicios, quiso buscar a alguna víctima para llevar a cabo uno de los gags más clásicos del género, lanzar un pastel de nata a la cara. Pero solo fue una estratagema que acabaría resolviéndose en su acto estelar.

Sesión de hipnosis

El cenit de su actuación fue cuando cogió a dos personas del público para que formasen parte de su siguiente sketch. Después de hipnotizar a ambos mediante siatsu consiguió que uno de ellos se estampase el pastel de nata en la cara, cumpliendo con el gag clásico de los payasos, acto que produjo el estallido de las risas de todos los espectadores y la incredulidad del afectado, que no se creía lo que acababa de suceder.

Bassi, sin abandonar su sátira y humor habitual, invitó a todo el mundo presente a reflexionar sobre las problemáticas que suceden en nuestro mundo y los valores que defienden los políticos. El italiano abandonó las Fiestas del Pilar, cita que cumple casi todos los años, dejando muy claro que desde el humor todo el mundo se puede entender y, sobre todo, que en la comedia se encuentra la clave de la felicidad.

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