Me encuentro aislada de todo cuerpo. Nadie puede acercarse a mí.

Miro a un punto fijo mientras lágrimas corren por mis mejillas, mojando todo mi rostro y nublándome la vista.

No hago ruido, no hablo, no me muevo.

Me gritan pero no puedo escucharles. Estoy ajena a todo mientras mis pensamientos fluyen despreocupados y son los mismos que me hacen seguir llorando. Quiero irme de allí, estar en mi cama en posición fetal mientras que el aire me abraza, me mece susurrándome: «todo irá bien», y creerle porque es lo único que me queda.

Palabras logran entrar por mi odio y me avasallan.

Intento sorber la bebida que tengo delante pero cae en mí. 

Una oleada de ira me sacude, mis músculos me piden agarrar el vaso y reventarlo contra el suelo en trocitos tan diminutos que solo quede en el suelo láminas de cristal preparadas para atravesarme el cuerpo. 

Me controlo, echo la silla atrás y comienzo a andar en dirección contraria. Empiezo a llorar más fuerte, gritan mi nombre y vuelvo.

Estamos solas tú y yo. 

Sueltas por la boca eso que piensas de mí y lo que crees que todos piensan. Quieres que crea que tengo la culpa de todo, que soy la persona más cruel y menos merecedora de todo lo que han hecho por mí. 

Mi cabeza da vueltas e intento no escucharte, no percibir aquellas palabras dichas para hacer daño. 

Sin poder evitarlo hecho a correr, el suelo se mueve a una velocidad vertiginosa. Mi respiración es agitada, me cuesta inhalar aire y no pretendo evitar que todo líquido que hay dentro de mí salga por la cuenca de mis ojos. 

Me siento y escondo mi cabeza en mis piernas, liberando toda pena. 

Vuelven a gritar mi nombre, no hago nada. Mis labios se han secado y no paro de pensar cosas negativas, quiero desaparecer.

Cuento parte de lo que me estaba produciendo tanto dolor, tanta ira que llevaba reteniendo desde hacía siete años aproximadamente. 

Logran entenderme, todos menos tú. Me apoyan e intentan dar solución. 

Tenía la esperanza de que llegaras a darte cuenta de todo, pero sigues impasible ante cualquier diálogo. 

Estás convencida de que la única culpable soy yo, de que todo está mal en mí, eres la única que sufre y dicho sufrimiento lo provoco yo.

He tomado una decisión difícil, voy a alejarme de ti, sin mirar atrás. No puedo estar bien a tu lado, me es imposible.

Encierro.... quiero vivir, ser libre y contigo no lo podré ser. Adiós, sé feliz.