CRÓNICA

La Ofrenda desde dentro: entre flores y lluvia

Desde primera hora de la mañana, los zaragozanos se han dirigido hasta la plaza del Pilar a pesar del mal clima para cumplir con la emblemática tradición del 12 de octubre

Las lluvia ha marcado las primeras horas de la Ofrenda de Flores

Las lluvia ha marcado las primeras horas de la Ofrenda de Flores / Jaime Galindo

Alba Ortubia

Alba Ortubia

Zaragoza

Antes de que rayara el alba, cientos de zaragozanos ya habían tomado las calles de la capital aragonesa. Ataviados con sus trajes regionales, empezaban la peregrinación que caracteriza al 12 de octubre. El destino: la plaza del Pilar. Allí, la Virgen del Pilar esperaba a los oferentes. Como el vigía de las galeras que hace quinientos años avistó los primeros rastros de tierra, la Virgen divisaba a los baturros más madrugadores. 

La Ofrenda de flores más multitudinaria de la historia ha empezado su desfile de 17 horas a las 6.30 horas de la madrugada. Zaragoza se desperezaba entre claveles mientras el cielo presagiaba tormenta. A las 8.00 horas de la mañana, cuando los oferentes que esperaban su turno para entrar en la ofrenda ya se contaban por centenas, han caído las primeras gotas de una lluvia intermitente pero molesta. Los zaragozanos, siempre resilientes, no dudaron en lucir el paraguas como si de una prenda más del traje regional se tratase. 

Durante el recorrido, algunos baturros se reacomodaban el mantón. Otros, aprovechaban para desayunar en los atascos entre unos grupos y otros. Tampoco faltaban los halagos a los trajes más llamativos y a la indumentaria extranjera. Este año, Guatemala ha sido la nación invitada del gran evento de las fiestas patronales, y sus vestidos de colores vibrantes pronto han teñido de alegría la calle Alfonso. 

Los alrededores de la plaza del Pilar despertaban por momentos. El ritmo de las castañuelas marcaba el paso de unos oferentes cuya emoción crecía a medida que se acercaban a su destino. Este año, al menos a primera hora de la mañana, los grupos salían con puntualidad inglesa y el camino se completaba en tiempo récord: algunos asistentes lograron entregar sus flores en poco más de media hora. 

En las inmediaciones de la estructura metálica, los encargados de vestir a la Virgen trabajaban a destajo. La cruz de Lorena aún no había llegado y el manto floral se veía desnudo. La rasmia de los trabajadores se ha unido a la entrega de los zaragozanos para construir el atuendo más fomoso de la patrona de la ciudad. 

El después

Una vez copletada su misión, los zaragozanos se han volcado en otras tareas. Algunos entraron en la Basílica del Pilar para visitar el hogar habitual de la Virgen. Otros, se quedaron en la plaza para disfrutar de los espectáculos de jotas y danzas regionales típicos de la jornada. Aunque la opción que nunca falla es celebrar el día grande de los baturros con un almuerzo a su nivel. Los zaragozanos han demostrado su devoción por este plan un año más: en las terrazas a ambos lados de la ribera no cabía un alfiler. 

Los asistentes a la Ofrenda de flores en honor a la Virgen del Pilar también se han afanado en inmortalizar su gesta. Los baturros veteranos posaban un año más para la foto de rigor con la Pilarica. Mientras tanto, las familias sostenían a los más pequeños de la casa y sonreían al objetivo con la ilusión de quien alarga el futuro de una tradición ya inmortal.

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