La opinión de Sergio Pérez

El laboratorio del profesor Escribá y el rugido del Real Zaragoza

Un eufórico Francés, en primer término, abrazado a sus compañeros después del 2-0, obra de Giuliano Simeone.

Un eufórico Francés, en primer término, abrazado a sus compañeros después del 2-0, obra de Giuliano Simeone. / ÁNGEL DE CASTRO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Basta con ver habitualmente partidos de cualquier Liga y condición para comprobar cómo la igualdad se ha apoderado del fútbol profesional. El Mundial de Qatar es un ejemplo bien palpable y la Segunda, otro tanto o más. Las distancias entre los equipos se han estrechado de manera importante hasta convertir, muchas veces, las jornadas en combates nulos o que se deciden por detalles pequeños que acaban siendo grandes razones.

Desde su llegada al banquillo, y ya fue una constante en la que puso con éxito un énfasis especial en su última etapa en el Elche en Primera, Fran Escribá ha colocado el acento en el aprovechamiento máximo de las jugadas a balón parado. Las estadísticas globales dicen que el número de goles que se generan en este tipo de acciones oscila entre el 30 y el 40%. En los cinco partidos bajo el mando del entrenador, el Real Zaragoza ha marcado ocho veces, cinco de ellas en pelota parada, una de penalti de Vada, dos de Jair y otras dos de Giuliano.

La rúbrica al derbi la puso el centrocampista argentino desde los once metros. Antes, el segundo de los tantos se generó en un córner, con un par de prolongaciones en el área y el remate a bocajarro en el segundo palo de Simeone, un futbolista estupendo que, poco a poco, irá aumentando su relación con el gol y que tiene a La Romareda en el bolsillo por su espíritu, su verticalidad y su garra. Así es como un Real Zaragoza con el sello personal de su entrenador aplastó al Huesca, que salió al césped con el pijama puesto, sin tensión y, cuando se quiso despertar, ya tenía la pesadilla encima.

Había adelantado al conjunto local Francho en un buen disparo desde fuera del área tras recoger un muy mal rechace de Ratiu. A partir del 2-0 el Zaragoza gestionó de manera extraordinaria el viento a favor, controló el encuentro y se hizo acreedor de la victoria por intensidad, mejor predisposición, más seriedad y empaque. El equipo ha ganado en contundencia en las áreas en el último mes. En el derbi, además, administró de modo estupendo la ventaja, dominando por completo el tempo y la escena.

Quinto partido de Escribá, quinto sin perder. Dos triunfos y tres empates. La producción ofensiva ha crecido de manera clara con respecto a la era de Carcedo y, de dos partidos a esta parte, las porterías a cero han sido la norma. Esta vez con Rebollo bajo palos. No quería pitos el entrenador a ninguno de sus jugadores. Quería calma, la que él le ha dado a su equipo, energía y mucho ADN zaragocista en el campo: Zapater, Francho y Francés, muy mejorados estos dos últimos, rápidos, físicamente en crecimiento y futbolísticamente recuperando su lugar. Ellos fueron los aragoneses que al final sonrieron en La Romareda. El plan de Escribá funciona y de su laboratorio salen buenos resultados. Un rugido cada vez más fuerte.

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