Las personas con discapacidad intelectual protegidas por la Fundación Tutelar Aragonesa Luis de Azúa van a disfrutar del verano. La mayoría de ellas vive institucionalizada, «y lo que más les gusta es salir de la residencia. Antes de la pandemia siempre hacíamos una vez al mes algún tipo de actividad fuera, y luego, en vacaciones, íbamos una semana o diez días a la montaña, y otros tantos a la playa», recuerda Luis Gonzaga, presidente del patronato de la entidad.

Y aunque en 2020 hubo que suspender esos viajes, «este verano, con mucho cuidado, gracias a unos protocolos muy estrictos que hemos establecido, y después de año y pico sin salir a ningún lado, hemos pensado que se merecen volver a retomarlos. No sabemos, cuando llegue la fecha, como estarán las restricciones. Pero, salvo que a última hora tengamos que suspenderlos, lo tenemos todo organizado», añade.

«Además, están casi todos vacunados. Y, a los que no lo están, o solamente llevan la primera dosis, les haremos una prueba PCR 48 horas antes para asegurarnos de que todos, en el momento del inicio de las colonias, estén libres de covid. Y si hay algún caso que presenta síntomas, procederemos rápidamente a su aislamiento. Pero merece la pena que salgan y disfruten», valora el presidente.

Linás de Broto y Calafell vuelven a ser los destinos elegidos, dos lugares bien conocidos por estos viajeros. Del 9 al 16 de agosto recalarán en el albergue El último bucardo de la localidad pirenaica. Y, del 23 al 30, acudirán al aparthotel Solimar, en la turística villa de la Costa Dorada, siempre acompañados por profesionales y voluntariado.

«En los dos hoteles les reciben con los brazos abiertos», afirma Pilar Faci, trabajadora de Luis de Azúa. En Linás de Broto, aquellos que pueden caminar aprovechan para realizar excursiones «y los demás se quedan dando paseos y haciendo actividades. El último año hicieron jardines verticales para el pueblo, pintaron camisetas…», continúa. «Y, en Calafell, lo que más les gusta es bajar a la playa, tomar algo en el paseo marítimo y, por la noche, el baile, que no se lo pierden».

Los usuarios, por su parte, «están encantados y deseando salir», apunta Gonzaga. «En los últimos meses hemos retomado las salidas por la ciudad, pero aún no han viajado fuera de Zaragoza. Para ellos será toda una experiencia volver a recordar viejos tiempos. Claro, en muchos casos les cuesta entender la situación. Y que, tras esa sensación de extrañeza, puedan volver poco a poco a la normalidad, será muy bueno para su estado de ánimo».