Vacaciones que cambian vidas

Las tres residencias de la Fundación Dfa participan en un proyecto de intercambio

Una de las actividades en común, a las puertas del Mobility City

Una de las actividades en común, a las puertas del Mobility City / El Periódico de Aragón

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El programa de intercambio vacacional de residentes entre centros de Cocemfe ha permitido un año más que un grupo de personas con grandes discapacidades haya alternado su entorno habitual por el de otras latitudes de España. La iniciativa se convierte una particular experiencia vacacional o, lo que es lo mismo, un cambio de aires que se traduce en la posibilidad de entablar nuevas relaciones, disfrutar del ocio y la cultura y riqueza de otros lugares.

Durante un periodo de casi dos semanas, nueve personas usuarias de las tres residencias de Fundación Dfa (Pomarón, Rey Fernando y Josemi Monserrate) se han trasladado hasta Petrer (Alicante), Ejea de los Caballeros y, por vez primera, Albacete. El camino inverso han recorrido nueve hombres y mujeres procedentes de los centros asistenciales de estas ciudades, que han ocupado las plazas vacantes por unos días en la capital aragonesa.

El intercambio ha servido, en el caso de las personas que ya habían sido partícipes en ediciones anteriores, para reencontrarse con amistades a las que no veían, en el mejor de los casos, desde hace casi un año. Para las que se estrenaban, una forma de conocer a gente nueva. Todos ellos han compartido un intenso programa de actividades con acciones internas en las propias residencias y también fuera de ellas.

En esta ocasión, la principal novedad ha sido visita al Mobility City, que incluía una exposición temporal con una selección única de los Ferrari más importantes de ayer y hoy. No han faltado en el programa la tradicional visita a la Basílica del Pilar y el conjunto de La Seo, además de la exhibición de la Policía Nacional que tuvo lugar en el pabellón Príncipe Felipe.

Uno de los afortunados que ha podido disfrutar de esta alternativa ha sido Jorel Coronado, un joven de 37 años que reside en un centro de Albacete. "Hay que vivir, salir, disfrutar de la experiencia y conocer gente nueva", comentaba. Con esa premisa básica muy presente, el paso por Zaragoza era un tren al que tenía que subirse. Algo más de diez días le han servido para compartir momentos con personas residentes y profesionales que "nos han hecho todo muy fácil". También para, junto a sus dos inseparables compañeros de viaje, perderse -en el sentido más estricto de la palabra- por "una Zaragoza accesible, pero que todavía puede mejorar. En Albacete, por ejemplo, es habitual que las calles sean a cota cero".

A punto de tocar a su fin, Jorel calificaba su particular periodo vacacional como una "experiencia intensa y bonita". Como recuerdo, de vuelta al corazón de Castilla-La Mancha, se lleva una maleta llena de cintas de la Virgen del Pilar para regalar a sus familiares y amigos. 

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