En lugar de celebrar el Aid al Fitar, el fin del Ramadán, el campo de refugiados de Al Bureij celebró ayer funerales. Esos entierros tan poco estéticos , que tanto asustan cuando se ven a miles de kilómetros de distancia por televisión, con hombres encapuchados disparando al aire y consignas gritadas a viva voz en árabe que suenan amenazantes. Pero el caso es que en uno de los días festivos más importantes para los musulmanes, en Al Bureij murieron 10 personas durante una operación militar. Por eso, las calles del campo se convirtieron en un zig-zag de velatorios --sillas de plástico protegidas por toldos verdes--; por eso, los hombres mostraban compungidos sus condolencias a los familiares de los fallecidos.

Por eso, unos niños jugaban con un montoncito de arena que cubría unas manchas de sangre que poco antes habían sido trágicamente frescas. Por eso, había coronas de flores colgadas de las paredes.

En las ruinas de la casa de Aiman Shasniyeh había más encapuchados armados --con Kalashnikov y M-16, entre otras piezas-- que en el resto del campo. Hasta allí se acercó el líder de una facción palestina de Al Bureij --tal vez Al Fatah, tal vez Hamas, la clandestinidad implica secretismo-- que dijo llamarse Abu Asharaf. Arma al hombro, fue claro: "Mientras quede un niño en pie, lucharemos por una Palestina independiente con Jerusalén como capital".

Pintadas en las paredes

Mientras Asharaf visitaba las ruinas rodeado de niños, varios encapuchados escribían en los muros cercanos eslóganes de venganza contra los israelís. "Mientras los israelís sigan viniendo a nuestras casas a matar civiles, nosotros iremos a Israel a matar civiles". Habrá, pues, más entierros. En días festivos y laborables.