El largo pulso que mantienen el primer ministro serbio, Zoran Djindjic, y el presidente yugoslavo, Vojislav Kostunica, y el lento ritmo de las reformas económicas explican la apatía de un electorado que, por tercera vez, obligará a la clase política a repetir una consulta.

Kostunica se quedará pronto sin su actual cargo y, si de un modo u otro no se hace con la presidencia de Serbia, quedará marginado del poder. De ahí que su rival en la sombra, Djindjic, no haya movido un dedo para evitar el ridículo espectáculo de tener que repetir unas presidenciales por falta de participación, como ya ocurrió el pasado octubre.

Kostunica tratará de forzar unas elecciones generales anticipadas para restar poder a Djindjic y éste volverá a desempeñar un papel obstructor si es que se convocan por tercera vez las presidenciales.