Los planes del presidente de EEUU, George Bush, para vacunar contra la viruela a 500.000 empleados de hospitales en todo el país han chocado con la resistencia de estos centros y de su personal, escépticos sobre la amenaza de ataque bioterrorista que esgrime la Casa Blanca y temerosos por los efectos secundarios que produce la vacuna.

Según un estudio del diario The New York Times, unos 350 hospitales se han negado a participar en la campaña de vacunaciones, 175 de ellos en Tejas, estado de Bush. Otros centenares no se han decidido aún, mientras los sindicatos de enfermeras de California, Massachusetts, Rhode Island y parte de Pensilvania han aconsejado a sus miembros que no tomen parte voluntariamente en las vacunaciones.La vacuna "plantea problemas para proteger a la familia y a los pacientes hasta que se cría costra sobre el lugar de aplicación, y no basta con ponerse una tirita", explica Linda Condon-McMahon, enfermera del hospital Brockton de Massachusetts.