El coste de la guerra será elevadísimo, pero el presidente norteamericano, George Bush, parece estar dispuesto a pagarlo. Tras varias semanas de duro regateo, el líder del partido islámico AKP (en el poder en Turquía), Recep Tayyip Erdogan, afirmó ayer que Washington le había ofrecido hasta 24.000 millones de euros (casi 4 billones de pesetas) a cambio de paso franco para las columnas blindadas de EEUU hasta el frente norte de la guerra de Irak.

A pesar de ello, Ankara sigue resistiéndose a convertirse en un trampolín para la invasión de Irak --sin antes contar con una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autorice explícitamente una intervención militar--, de forma que el Pentágono ha acompañado esa sustanciosa ayuda económica de un ultimátum de 48 horas para iniciar el desembarco en Turquía del material bélico destinado a la Cuarta División de Infantería. Puesto que "tenemos un Ejército embarcado que necesita bajar a tierra", según un alto oficial estadounidense citado por The Washington Post .

Navíos ´varados´

Es cierto que tres grandes buques cargados con tanques y material pesado de la infantería mecanizada están varados ante las costas turcas, a la espera de permiso para desembarcar, y que en los próximos días se espera la llegada allí de 20 ó 30 navíos más con unos 15.000 soldados. No obstante, la urgencia expresada por Washington indica que los planes de ataque están muy adelantados y se apoyan en una campaña militar de envergadura en el norte de Irak, para distraer a gran parte de las tropas iraquís mientras el verdadero Ejército invasor avanza por el sur, desde Kuwait.

Tan importante es el papel que ha de jugar Turquía que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, aseveró anoche cortante: "Ankara terminará por cooperar, de una manera o de otra". Admonición que más bien suena a amenaza.

Por tanto, el premier británico, Tony Blair, tendrá difícil convencer a Bush de que dé tres semanas más a los inspectores de desarme de la ONU --hasta su informe del 14 de marzo--, antes de desencadenar la guerra. Lo que la Casa Blanca quiere es presentar de inmediato, probablemente la semana próxima, el texto de otra resolución del Consejo --breve y contundente-- que declare a Irak en violación de la 1441 y, por tanto, autorice aplicar las "graves consecuencias" que Bush equipara a una guerra contra Sadam Husein.

El verdadero motivo

"Le debo al pueblo americano proteger este país, y lo voy a hacer", proclamaba ayer Bush en su argumentación de que para ello es preciso derrocar a Sadam. Pero en la arena internacional pocos creen ya en que ése sea el verdadero motivo del conflicto. En la ONU, en el debate sobre Irak convocado por Suráfrica, un país tras otro alzaron la voz para abogar por la paz y por la continuación del trabajo de los inspectores.

La primera autoridad gubernamental que ha dicho lo que muchos creen ha sido el ministro alemán de Medio Ambiente, Jürgen Trittin, quien aseguró al diario Die Welt : "La guerra no está justificada. El debate nos está distrayendo de los verdaderos intereses petrolíferos y geoestratégicos de EEUU. Es correcto el lema ´no a la guerra por petróleo´".

No sólo Irak posee las segundas mayores reservas de crudo del mundo (después de Arabia Saudí), sino que sus campos petrolíferos podrían llegar a producir unos ocho millones de barriles diarios, cantidad que haría a EEUU autosuficiente ener- géticamente, si la controlase.

La clave del petróleo

La importancia del petróleo en todo esta crisis ha quedado patente al revelarse que España siguió negociando con Irak la explotación del campo petrolífero de Nasiriya hasta el pasado noviembre, más de un año después de los atentados del 11-S y cuando hacía 10 meses que Bush había incluido a Sadam en el eje del mal que era preciso destruir.

Las negociaciones sólo se interrumpieron cuando Bush demostró, al impulsar la resolución 1441, que estaba dispuesto a invadir Irak.

Es, pues, comprensible el escepticismo generalizado sobre las verdaderas intenciones de la Casa Blanca, que ha olvidado hasta a los cerebros del 11-S (uno de ellos fue condenado ayer, en Hamburgo, a 15 años de cárcel) en su empeño por descargar sobre Irak toda la fuerza militar de la única hiperpotencia. EEUU incluso ha dejado de buscar a Osama bin Laden, que no hace más que hacer comunicados llamando a la "guerra santa" sin que le hagan caso en Washington, donde tampoco parece importar la estentórea amenaza nuclear de Corea del Norte.

Conjunto de circunstancias que hace, cuando menos, sospechoso el discurso belicista de Bush.