Tony Blair comprobó ayer en carne propia la gran hostilidad que los planes de guerra contra Irak suscitan en su partido. Tras un debate extraordinario de siete horas en la Cámara de los Comunes, la cuarta parte de los diputados laboristas votaron contra la posición del Gobierno en el conflicto iraquí, aunque Blair salvó su moción. La propuesta presentada por los rebeldes, que alegaba que la guerra no está justificada y pedía más tiempo para los inspectores, logró el respaldo de 199 diputados, 122 de ellos laboristas --tres exministros--, pero 393 la rechazaron.

El resultado cumplió con las previsiones más optimistas de los disidentes, entre los que había un centenar de laboristas, la mayoría de los diputados liberal demócratas y algunos nacionalistas y conservadores. La moción del Gobierno se votó en segundo lugar y fue aprobada por 434 votos a favor y 124 en contra, 59 de los cuales fueron laboristas y muchos parlamentarios del partido del premier se abstuvieron. Blair debe lidiar ahora con la mayor rebelión en las filas del Partido Laborista desde que accedió al puesto de primer ministro en el año 1997.

La sesión comenzó con la intervención de Blair, que insistió en que desea una segunda resolución de la ONU, pero dando a entender que si ésta no se produce, está resuelto a ir con Estados Unidos a la guerra. El ministro de Exteriores, Jack Straw, trató de ganarse el voto de algunos rebeldes, prometiendo al menos un nuevo debate en el Parlamento. "No pedimos el respaldo a una acción militar de las fuerzas del Reino Unido. No se ha tomado ninguna decisión de desplegar las tropas. Consultaremos a esta Cámara sobre cualquier decisión respecto de una acción militar", aseguró el ministro.

"LA GUERRA NO ES LA RESPUESTA" Nada convencido, el exministro de Cultura de Blair Chris Smith rebatió apasionadamente a Straw, declarando que el debate de ayer era la última oportunidad que tenían los parlamentarios para expresar su opinión.

"Tenemos que decir ahora, hoy, en esta Cámara, que no es el momento (de una acción militar). La guerra, con todas sus consecuencias, no es la respuesta", señaló Smith, que lideraba la revuelta laborista.