Al día siguiente de que el presidente de EEUU, George Bush, ligara la creación de un Estado palestino a la caída de Sadam Husein, el Gobierno de ultraderecha juró sus cargos en Israel y su primer ministro, Ariel Sharon, afirmó ante el Parlamento que su prioridad no será la paz con los palestinos, sino sacar al país de la grave crisis económica.

No es que en Israel no hayan gustado las palabras de Bush. Se trata de que Sharon debe hacer equilibrios para no enfurecer a los ultras --el Partido Nacional Religioso (PNR) y la Unión Nacional, opuestos a la creación de Palestina-- que, junto al populista laico Shinui, le dan una mayoría de 68 diputados.

En su discurso, Sharon afirmó que la política del nuevo Gobierno se basa en la visión de Bush sobre la zona, pero no mencionó la creación de un Estado palestino, como prevé la hoja de ruta del plan de EEUU. Al aceptar la hoja de ruta, Sharon admite la creación de un Estado palestino, pero en su acuerdo de coalición sólo habla de "dolorosas concesiones". Sharon sigue exigiendo el fin de la violencia, la renuncia al derecho al retorno de los refugiados y el cambio de liderazgo palestino.