Ni ultimátum, ni referendo ni prudencia en un hombre acostumbrado a abusar de ella. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, lanzó ayer una bomba política para acabar con la crisis institucional y tratar de poner fin al bloqueo económico internacional que está estrangulando a los palestinos: el anticipo de las elecciones legislativas y presidenciales.

"Devolvamos la palabra al pueblo, fuente del poder en nuestra Ley Básica, para que ellos decidan", dijo Abbás como colofón a una hora y media de discurso televisado a la nación desde La Mukata. Como era de esperar, Hamás, que conquistó el Gobierno en las urnas hace solo 11 meses, tildó la convocatoria de "ilegal" y de "golpe de Estado contra la voluntad del pueblo palestino".

Miles de sus seguidores salieron a las calles de Gaza para protestar contra el anuncio y volvieron a enfrentarse con militantes de Al Fatá, incidentes que acabaron con una veintena de heridos y un adolescente de 13 años muerto.

ENTRE TRES Y SEIS MESES Con un semblante serio pero desapasionado, como suele ser habitual en él, Abbás dejó la puerta abierta a la creación de un "Gobierno de tecnó-cratas" para evitar las elecciones anticipadas.

Pero si las negociaciones fracasan, como ha ocurrido durante los últimos seis meses ante el desacuerdo en el reparto de ministerios y, especialmente, el rechazo de Hamás a renunciar a la violencia y reconocer a Israel --exigencias de la comunidad internacional para levantar su bloqueo--, las elecciones deberán celebrarse "cuanto antes". Un plazo que, según los asesores del presidente, oscila entre tres y seis meses.

La Ley Básica palestina, que ejerce de Constitución provisional, no hace ninguna referencia a un posible adelanto electoral. Un vacío que emplea Hamás para clamar su ilegalidad. Mientras, Abbás, muy seguro de sus poderes, afirmó tener incluso el "derecho constitucional para destituir al Gobierno cuando quiera".

Decenas de seguidores de Al Fatá salieron a las calles de Ramala, Naplusa y Gaza para celebrar la noticia pero sin excesivo júbilo ante los enfrentamientos vividos esta última semana. "Creo que Abbás ha salvado a su pueblo de una guerra civil. Tenemos una crisis, una autoridad con dos cabezas. ¿Recurrimos a las balas o a los votos? Abbás dijo votos", afirmó Saeb Erekat, un importante ayudante del presidente, para explicar la situación creada ante los programas políticos irreconciliables del Gobierno y la presidencia, origen de las disputas entre Hamás y Al Fatá.

En su discurso, boicoteado por los islamistas al negarse a hacer acto de presencia, Abbás cargó contra Hamás como responsable de la crisis económica que viven los palestinos: "Hemos pasado de ser luchadores por una causa justa a mendigos". Y criticó el lanzamiento de cohetes Qasam, así como el secuestro del soldado israelí Gilad Shalit. "Solo hemos ganado 500 mártires", dijo.

El adelanto electoral fue aplaudido en Occidente, donde se confía que pueda servir de acicate para reavivar el proceso de paz. El primer ministro británico, Tony Blair, elogió a Abbás y llamó a la comunidad internacional a ayudarle "a reforzar su autoridad y su capacidad". Petición a la que se adelantó la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, que dijo que pedirá al Congreso varias decenas de millones de dólares para reforzar a las fuerzas de seguridad palestinas.

ABBÁS SE LA JUEGA Y es que Abbás, apoyado por Occidente frente a un Hamás aliado con Siria e Irán --calco del tablero libanés-- se la juega. Nada le garantiza que su órdago no desatará una guerra con los islamistas, ni que su partido ganará los futuros comicios. Por eso ayer, sin perder tiempo, nombró un comité para preparar un nuevo liderazgo en Al Fatá de cara a las próximas elecciones.