Cuatro meses han pasado desde que venció el plazo que la ONU otorgó a Irán para que cesara las actividades de enriquecimiento de uranio y los países miembros del Consejo de Seguridad no logran ponerse de acuerdo sobre las sanciones que van a aplicar. Rusia consiguió ayer que se pospusiera por enésima vez la votación del documento, elaborado por Francia y el Reino Unido, que establece el tipo de sanciones contra el régimen iraní. Mientras, EEUU sigue haciendo gestiones para retocar el texto. De todas formas, no se descarta que la votación se celebre hoy.

"Estamos intentado determinar en qué momento habrá condiciones para llevar a cabo la votación", declaró desde París un portavoz del Ministerio de Exteriores. Moscú lleva dos semanas negociando para atenuar las sanciones, y el pasado miércoles obtuvo una concesión por parte de los europeos: la cláusula que prohibía viajar al extranjero a 12 personas vinculadas al programa nuclear iraní ha sido convertida en simples restricciones para los desplazamientos. Según París, la delegación rusa pidió posponer la votación hasta hoy para disponer de tiempo de consultas con el Kremlin.

OBJECIONES El embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, volvió a subrayar ayer que lo que a su país le importa es que esta resolución obligue a Teherán a negociar, y negó que el Kremlin se oponga a las sanciones económicas estipuladas en el documento, como han aireado algunos medios de comunicación. Churkin dijo que aún hay "ciertos aspectos técnicos que deben resolverse" y anticipó un largo viernes de negociaciones previo a la votación. "Debemos estudiar cuidadosamente el texto y no tomarlo frívolamente". El embajador ruso dijo que lo que pretende es evitar que las sanciones afecten a otras actividades comerciales iranís que nada tienen que ver con el programa nuclear.

Rusia y China se han opuesto desde un principio a que la comunidad internacional adopte medidas de fuerza contra el régimen de Mahmud Ahmadineyad, pero ha sido Rusia la que en los últimos meses más ha presionado para edulcorar el paquete de sanciones. En el otro extremo está EEUU, partidario de aplicar sanciones fuertes. En el medio, los europeos, que han hecho valer su condición de mediadores --son países de la Unión Europea (UE) los que han encabezado en los últimos años las negociaciones nucleares con Irán-- para redactar la resolución. Eso sí, tal y como está redactado actualmente, el documento no satisface a Moscú ni a Washington.

LOS DOS EXTREMOS Salvo algún cambio de última hora, el texto que votarán los países miembros del Consejo de Seguridad prohíbe a Irán importar o exportar "material, equipo, bienes y tecnología" que puedan ser destinados al "desarrollo de sistemas de armas nucleares". También establece la congelación de los recursos económicos que tengan en el extranjero las personas o entidades vinculadas al programa nuclear de Irán. Si el documento sale adelante en los términos en que está planteado, los países miembros de la ONU deberán abstenerse de formar a ciudadanos iranís "en disciplinas que puedan contribuir satisfactoriamente al desarrollo de armamento nuclear", y estarán obligados a vigilar de cerca a cualquier persona vinculada al programa nuclear iraní que cruce sus fronteras.

Nada de esto, sin embargo, parece quitarle el sueño al Gobierno de Teherán. Durante la plegaria del viernes el ayatolá Ahmed Janati dijo que su país no piensa ceder ante las amenazas. "Tenemos que decir a nuestros enemigos en el extranjero que esto es la nación islámica: podéis adoptar una resolución o cualquier acción hostil, nuestro pueblo resistirá". Teherán sigue sosteniendo que sus actividades nucleares son de naturaleza civil, y rechaza las acusaciones de los países occidentales en el sentido de que lo que quiere es dotarse de un arma nuclear.