El ahorcamiento de Sadam Husein, ejecutado en la horca al alba --sobre las cuatro de la madrugada del sábado, hora española--, ha añadido mayor incertidumbre a la guerra de Irak. ¿Su muerte contribuirá a la paz o será motivo de más caos? La primera jornada post-Sadam fue una más de las de diciembre, el mes más cruento de este año. Los 74 muertos civiles del sábado fueron los habituales en un día cualquiera.

Sadam Husein, de 69 años, murió sin ser juzgado por sus mayores crímenes y ante el rechazo mayoritario de los países occidentales, el Vaticano y las organizaciones de derechos humanos. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, George Bush, que calificó a Sadam de amenaza para la seguridad mundial --a pesar de que las armas nucleares y químicas que supuestamente poseía nunca se encontraron tras la invasión de 2003-- no puso objeciones a la legalidad del juicio ni al veredicto.

Sadam fue ahorcado junto a dos de sus antiguos asesores, --uno de ellos su hermanastro Barzan al Tikriti--, anunció Mariyem al Rais, la asesora del primer ministro iraquí. "Enhorabuena a todos los iraquís, el criminal ha sido ejecutado", dijo Al Rais en declaraciones a la televisión estatal Al Iraquiya.

MUERTE RÁPIDA Otro testigo de la ejecución afirmó: "Fue muy rápido. Murió inmediatamente". El dictador rehusó ponerse una capucha, parecía calmado y subió por voluntad propia la escalerilla hasta la plataforma. Según el testigo, Sadam recitó en voz baja una oración musulmana: "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta". A continuación, uno de los tres policías encapuchados le puso la soga al cuello. El consejero de Seguridad Nacional, Muafaq al Rubaí, dijo que "no tenía miedo y no se resistió". La ejecución fue filmada y fotografiada y las imágenes, aunque incompletas, cuatro horas después ya habían dado la vuelta al mundo.

En lo que pareció una rápida respuesta de los insurgentes sunís leales a Sadam, un coche bomba mató a 36 personas en la localidad chií de Kufa. Además, una triple explosión de coches bomba dejó al menos 25 muertos y 65 heridos en Huirá, distrito de mayoría chií de Bagdad.

Varias cadenas árabes de televisión mostraron imágenes de Sadam, con traje oscuro y camisa blanca, cuando era llevado a la horca. Posteriormente un canal iraquí mostró imágenes del cuerpo amortajado del exdirigente, que, como las otras, dieron la vuelta al mundo.

Mientras, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que firmó la orden de ejecución, dijo que se había hecho justicia ahorcando al "criminal Sadam". Nadie sabe qué medidas prevé el Gobierno del exultante primer ministro, Nuri al Maliki, para contener la previsible reacción de la comunidad suní, fiel aún al dictador, y evitar que se convierta en un mártir. Al Maliki adelantó alguna respuesta: "La ejecución de Sadam pone fin a todas las patéticas especulaciones del retorno a la dictadura".

El sábado el número de ciudadanos muertos --74 en total-- fue el de un día habitual de diciembre, el mes más sangriento desde que comenzó la guerra. También murieron cinco soldados estadounidenses, que elevan a 2.988 la cifra de fallecidos desde marzo del 2003, fecha de la invasión que derrocó a Sadam y que ahora tiene contra las cuerdas al propio Bush. En el apartado militar, diciembre ha sido también el peor mes.

Fuentes cercanas al clan de Sadam Husein aseguraron a Efe que Ali Yasin al Nada, uno de los miembros del grupo del expresidente, se había dirigido a Bagdad a bordo de un helicóptero de EEUU para recoger el cadáver de Sadam y enterrarlo en su pueblo natal, Al Uya, junto a sus hijos Odeiy y Qusai, muertos por soldados americanos en el 2004. Sin embargo, Raghad Sadam, la hija mayor, reclamó su cadáver desde Yemen. Horas antes del ahorcamiento, expresó el deseo familiar de que su padre sea enterrado en la capital yemení, Sana.