El presidente de EEUU, George Bush, recibió ayer al dalái lama en la Casa Blanca pese a las amenazas del Gobierno chino, que exigió la cancelación de ese encuentro y que avisó que, en caso de llevarse a cabo, tendría un "impacto extremadamente serio" en las relaciones bilaterales, según el portavoz del Ministerio de Exteriores, Liu Jianchao.

Para intentar calmar los ánimos de China, los portavoces de la Casa Blanca señalaron que fue un encuentro privado. No obstante, esa reunión se produjo horas antes de que el dalái lama, premio Nobel de la Paz en 1989, fuera condecorado en el Congreso con la Medalla de Oro, la más alta distinción civil del Congreso de EEUU. Bush tenía previsto asistir a ese acto, que se convertiría en la primera ocasión en que un presidente de EEUU aparecía en público con el dalái lama.

Según el portavoz de Exteriores chino, estos honores de EEUU al dalái lama "violan gravemente los principios de las relaciones internacionales, hieren los sentimientos chinos y son una grave injerencia en los asuntos internos". El titular de Exteriores, Yang Yiechi, expresó su oposición y repitió "solemnemente" su petición a EUUU para que anule la visita.

La recepción al dalái lama en las mismas fechas del Congreso del Partido Comunista de China es considerado por Pekín una provocación. La visita protagonizó el encuentro entre representantes del PCCh en Tíbet y la prensa extranjera. El dalái lama fue acusado de traidor. China defiende que su ocupación en 1959 libró a los tibetanos de una opresión feudal. Tíbet es uno de los asuntos que más incomodan a Pekín, que presiona para impedir que el dalái lama sea recibido por los dirigentes mundiales. Su poder económico convierte la estrategia en exitosa casi siempre. La cancillera alemana, Angela Merkel, ignoró las presiones chinas y se entrevistó con el dalái lama. China reaccionó anulando una reunión bilateral sobre derechos humanos. También el canciller austriaco, Alfred Gusenbauer, y el primer ministro australiano, John Howard, se han visto con el dalái lama.