El respeto al medioambiente y la lucha contra el cambio climático serán una prioridad de la política de Nicolas Sarkozy. En un discurso que clausuraba dos jornadas de trabajo, llamadas el Grenelle del medioambiente, el presidente francés lanzó lo que llamó "una verdadera revolución", que se concreta en tasas contra los combustibles fósiles, medidas de ahorro de energía, promoción del ferrocarril y parón de la construcción de autopistas, desarrollo de las energías renovables sin perjuicio de la nuclear y penalización de los productos y los actos contaminantes.

Mientras en España sigue la polémica sobre la minimización de los riesgos del cambio climático por el líder del PP, Mariano Rajoy, su correligionario francés proclamó que "la sociedad no puede vivir del despilfarro" y de espaldas al calentamiento del planeta. "Nuestro modelo de crecimiento está condenado", afirmó en el Salón del Fiestas del palacio del Elíseo, acompañado en el estrado por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y por el exvicepresidente de EEUU Al Gore, a quien elogió por su lucha contra el escepticismo en su propio país ante los peligros del cambio climático y por ser un hombre que ve más allá de sus narices.

SIN PRECEDENTES Sarkozy afirmó que el Grenelle del medioambiente --un proceso sin precedentes en el que han participado durante tres meses el Gobierno, los entes locales, la patronal, los sindicatos y las oenegés ecologistas-- es "una revolución en la forma de pensar y en la forma de decidir", que ha servido para "hallar compromisos en temas hasta ahora tabús". Se comprometió a promover esta forma de decidir por consenso y anunció que la Administración rechazará desde ahora "un proyecto cuyo coste medioambiental sea alto". El presidente francés prometió también la transparencia en las informaciones relativas al medioambiente, incluida la industria nuclear, con las únicas excepciones del respeto a la vida privada y al secreto industrial.

Sarkozy aseguró que esta nueva política ecológica se traducirá en más inversiones y en la creación de puestos de trabajo. "Asimilar la política de medioambiente a una marcha atrás es una impostura", afirmó, rotundo.

Los asistentes a las reuniones plenarias de los últimos dos días habían llegado a muchos acuerdos, pero quedaban algunos puntos de discrepancia sobre los que Sarkozy debía decidir: la imposición de una llamada tasa carbono a las energías fósiles --petróleo, gas y carbón--, el futuro de los cultivos transgénicos y el uso de los pesticidas.

Tras unas consideraciones sobre la fiscalidad ecológica, Sarkozy se comprometió a poner en marcha una tasa que llamó de clima-energía sobre las energías fósiles, pero sin que ello signifique un aumento de la presión fiscal para las empresas, es decir, que será compensada con una rebaja de las cargas sobre el trabajo. Esta tasa era la principal reclamación del líder ecologista y estrella de la televisión Nicolas Hulot, pero la patronal se oponía.

El objetivo es reducir el consumo de energías fósiles para desarrollar las renovables, que Sarkozy garantizó con un plan nacional que será compatible con el mantenimiento de la energía nuclear en sus niveles actuales. "La primera prioridad es reducir el consumo de energía", afirmó. Dirigiéndose a Durao Barroso, propuso de nuevo su idea de estudiar con la Unión Europea (UE) la introducción de una tasa para los productos de los países que no respetan el protocolo de Kioto.

LEY MARCO Sobre los transgénicos, Sarkozy anunció una suspensión de los cultivos, en espera del resultado de nuevos estudios en los próximos meses, consciente de que con ello se opone a las directrices de la UE. Por eso, precisó que en primavera Francia tratará el asunto con la Unión. En cuanto a los pesticidas, el objetivo es reducir su uso un 50% en 10 años, pero siempre que se encuentren alternativas. Los acuerdos adoptados en el Grenelle del medioambiente se recogerán en una ley marco que el Parlamento aprobará en el primer trimestre del año próximo.