El presidente de Estados Unidos, George Bush, no ha querido abandonar la Casa Blanca sin antes volver a pisar Irak, el país que ordenó invadir en el 2003 con engaños y que ha sido el principal detonante de su impopularidad, no solo en su país sino también en gran parte del mundo. Por ello, Bush no se podía ir ayer en paz de Bagdad. En su despedida, un periodista iraquí le lanzó sus zapatos al tiempo que le llamaba "perro" por el sufrimiento causado en este tiempo al pueblo iraquí.

El mandatario de EEUU llegó de sorpresa, de forma casi clandestina, a Bagdad para entrevistarse con las principales autoridades iraquís y despedirse de los más de 149.000 soldados norteamericanos desplegados en el país árabe. En la fortificada Zona Verde se reunió con el presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani y después con el primer ministro, el chií Nuri al Maliki. Una vez más, el presidente de EEUU justificó la guerra, considerándola "necesaria" por "la seguridad de América, la esperanza de los iraquís y la paz en el mundo".

Y fue durante la rueda de prensa con Maliki cuando un periodista iraquí le lanzó sus zapatos al tiempo que le espetaba en árabe: "Es el beso del adiós, perro". Mientras las fuerzas de seguridad lo sacaban de la sala aún pudo gritar: "Usted es el responsable de la muerte de miles de iraquís". Recuperando la sonrisa tras el incidente --los zapatos no le dieron--, Bush dijo no haberse sentido "en absoluto amenazado".

Uno de los objetivos de este viaje ha sido celebrar el acuerdo de seguridad que Washington y Bagdad firmaron el mes pasado y que fija la retirada definitiva de las tropas estadounidenses para finales del 2011. Como primer paso, el acuerdo establece que los soldados norteamericanos dejen de patrullar las calles de las ciudades el verano que viene, aunque ayer el Ministerio de Defensa iraquí advirtió de que algunas unidades podrán seguir operando en zonas urbanas más allá de junio.

DESPUÉS DE GATES. La visita de Bush a Irak se ha producido un día después que lo hiciera su secretario de Defensa, Robert Gates, el único miembro del Gobierno que mantendrá su cargo cuando el 20 de enero asuma como presidente Barak Obama. Desde que Gates tomó las riendas del Pentágono en el 2006, la seguridad en Irak ha mejorado de forma sustancial. Según el Pentágono, el número de ataques a sus tropas ha pasado de 180 diarios en junio del 2007 a solo 10 ahora.

Pero Irak supone una herencia envenenada para Obama, que se ha propuesto acelerar la salida del Ejército de EEUU en un plazo máximo de 16 meses. La aventura belicista que empezó Bush hace casi seis años ha provocado la muerte a decenas, sino centenares de miles de civiles iraquís y de más de 4.200 soldados estadounidenses. Aquí en Oriente Próximo son muy pocos los que le echarán de menos.