Yo gano todas las elecciones, Obama en cambio..." En privado, Nicolas Sarkozy gusta presumir de sus buenos resultados en las urnas con una frase de este estilo, reflejo de lo mal que digiere la buena imagen que conserva el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pese a sus fracasos electorales. Ahora, a un mes de las regionales, el jefe del Estado francés se arriesga a probar el mismo jarabe de palo que su homólogo norteamericano.

En el ecuador del mandato, Sarkozy se someterá a un último test antes de las presidenciales del 2012. A diferencia de las europeas de junio, esta vez se examina en campo contrario y con los elementos en contra. Su popularidad sigue a la baja --por debajo del 40%-- y, según los sondeos, los socialistas, que gobiernan en 20 de las 22 regiones, mantienen su poder.

POLÉMICAS FRESCAS Los próximos 14 y 21 de marzo los franceses tienen ganas de penalizar al jefe del Estado. Aunque su gestión de la crisis económica no ha sido negativa, los efectos de la misma pesan en su contra. A ello se añade una sucesión de polémicas y torpezas que han dañado su imagen, en especial entre el electorado conservador.

Los escarceos del ministro de Cultura, Fréderic Mitterrand, con el turismo sexual, y su intento de colocar a su hijo Jean, con 22 años y sin carrera universitaria, al frente del gran centro de negocios de La Defense aún están frescos.

A ello hay que añadir el fiasco del debate sobre la identidad, lanzado para dopar a sus tropas pero que, además de hacer las delicias de la extrema derecha, derivó en una agria discusión sobre la presencia del islam en la República. Las acusaciones de electoralismo lanzadas por la oposición acabaron haciendo mella, hasta el punto que Nicolas Sarkozy optó por aparcar la cuestión hasta después de las regionales, al igual que el debate sobre la prohibición del burka.

El presidente francés juega a fondo la carta del sosiego. Su estrategia consiste en mostrarse calmado y recuperar la imagen de proximidad con el francés medio, la clave de su victoria en las presidenciales del 2007.

CRISIS DEL PS Una reciente encuesta de Vivavoce, indica que seis de cada diez franceses quieren que la izquierda gane las elecciones regionales. Aunque parte con ventaja, la situación tampoco es fácil para el Partido Socialista (PS).

La formación de Martine Aubry no puede permitirse una nueva humillación ante los verdes de Daniel Cohn Bendit, que en las europeas se colocaron como segunda fuerza en la región de París.