Nuevo capítulo en las tormentosas relaciones entre Suiza y Libia. El líder libio Muamar Gadafi llamó el jueves a la yihad --guerra santa-- contra Suiza por la decisión adoptada por el Gobierno helvético, tras un referendo, de prohibir la construcción de minaretes. Asimismo, el coronel instó a todos los países musulmanes a boicotear los productos suizos.

Este nuevo episodio se enmarca dentro de una larga crisis que tiene su origen en la breve detención de uno de los hijos del dirigente libio en Ginebra, en el 2008, tras la denuncia presentada por dos empleados domésticos que le acusaban de maltrato. A partir de ese momento, sendos países se han visto enzarzados en sucesivos episodios en una escalada de animadversión mutua.

Las reacciones de la comunidad internacional no se hicieron esperar. La ministra europea de Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, y la Comisión Europea solo consideraron "inoportuna" la llamada del dirigente libio a la yihad contra Suiza.

La extremadamente tibia reacción política de Ashton y del propio Ejecutivo comunitario contrasta con las reacciones de los gobiernos europeos, que rechazaron como "inaceptables" las declaraciones de Gadafi.

"Son comentarios poco habituales", declaró el portavoz de Ashton al ser preguntado por el llamamiento de Gadafi. La única crítica de Ashton fue que ese llamamiento se produce en "un momento inoportuno en el que la UE trabaja con Suiza para encontrar una solución diplomática" al contencioso sobre los visados entre Trípoli y Berna.

Suiza --como Estado parte del Convenio de Schengen-- optó por vetar el visado para entrar en territorio comunitario a la cúpula del Gobierno libio, incluido el propio coronel y su familia, cuestión que polarizó las diferencias entre ambos estados. Y Libia respondió con el veto de visados a todos los ciudadanos del área Schengen.