La tierra ha crujido otra vez en Chile y la costa del océano Pacífico que dibuja hacia el oeste el perfil de Latinoamérica volvió a recordar su latente estado de vulnerabilidad. Los movimientos telúricos obedecen a profundas causas estructurales. La placa (oceánica) de Nazca se introduce hasta 700 kilómetros por debajo de la placa continental. En algún momento aumenta su velocidad, y eso genera ruptura, desplazamiento y una liberación de energía que se propaga como ondas. Chile se encuentra ubicado en el llamado círculo de fuego, que bordea los países bañados por el Pacífico, una de las zonas más sísmicas del planeta. Ahí se producen el 80% de los terremotos. Estadísticamente, el país sufre un seísmo destructor cada 10 años, un promedio de 10 pequeños temblores diarios y 3.500 movimientos sísmicos al año.