Esta vez Afganistán tampoco se libró del intento de fraude masivo. La Comisión Electoral Independiente (CEI) afgana anunció ayer la anulación de 1,3 millones de votos fraudulentos, lo que equivale a casi una cuarta parte de los sufragios depositados en las urnas en las elecciones legislativas del pasado 18 de septiembre.

"El número total de votos emitidos fue de alrededor 5,6 millones. Tras examinarlos, 4.265.347 han sido considerados válidos y alrededor de 1,3 millones han resultado invalidados", afirmó Fazal Ahmed Manawi, presidente de la CEI, en una rueda de prensa en la sede del organismo en Kabul.

Esto supone que un 23% de los votos eran fraudulentos y constituye un volumen de fraude equivalente a las presidenciales del 2009, que concluyeron con la controvertida reelección de Hamid Karzai. En aquella ocasión, 1,5 millones de votos fueron anulados.

La misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) se apresuró a felicitar a la comisión electoral y constató que la cantidad de votos anulados apuntan a que durante la jornada electoral se registró un "fraude considerable". "La CEI ha identificado irregularidades y ha estado comprometida en garantizar que el proceso sea transparente", señaló la UNAMA.

Al margen de las irregularidades e intentos de fraude, durante la jornada electoral se produjeron, según la OTAN, 396 ataques de la insurgencia, una cifra superior a los 281 registrados durante las presidenciales del 2009. Este incremento se produjo a pesar de la presencia de 150.000 soldados de la fuerza internacional.

Y, mientras, la violencia no cesa. Al menos 12 personas, entre ellas mujeres y niños, murieron ayer a causa de la explosión de dos minas al paso de sus vehículos, en incidentes separados en las provincias de Nimroz (suroeste) y Badghis (oeste), informaron fuentes policiales. El más grave (Nimroz) ocurrió cuando un artefacto estalló al paso de una furgoneta en la que viajaban invitados a una boda.