Miles de jóvenes rodearon la casa de Gobierno desde el momento en que se conoció la noticia de la muerte de Néstor Kirchner. Parte del torrente humano que inundó la plaza de Mayo mostró una dolida espontaneidad, en especial una nueva generación que ha visto en Kirchner al dirigente que reivindicó el valor de la política, peleó por el fin de la impunidad de los militares represores, mejoró los salarios (ahora carcomidos por la inflación), se enfrentó a las corporaciones y, en definitiva, fue protagonista de un hecho inédito: entregó en el 2007 un Gobierno mejor del que recibió.

No faltaron ayer quienes se preguntaban si Argentina está en puertas de una nueva y lamentable mitificación. A los escépticos les costará convencer de lo contrario a las camadas que recuperaron el valor de la militancia, que atribuyen las denuncias de enriquecimiento a una campaña difamatoria, y creen que la presidenta llevará a Argentina al prometido horizonte venturoso.