Muamar Gadafi está acabado pero aún conserva un puñado de amigos en el mundo, especialmente en los países de América Latina gobernados por la izquierda radical. En este caso, se trata de un apoyo motivado claramente por causas ideológicas.

Razones de otra índole --más vinculadas a la vecindad y la desconfianza hacia los rebeldes libios-- exhiben algunos países africanos para mantener una posición ambigua y no alinearse claramente con el Consejo Nacional de Transición (CNT) libio. Lo prueba el hecho de que la Unión Africana (UA) decidió ayer no dar su reconocimiento al CNT y pedir, en cambio, un "Gobierno de unidad".

La oposición a reconocer al CNT la lideró el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma. Pese a todo, algunos países africanos como Nigeria, Senegal, Chad, Burkina Faso o Etiopía han reconocido ya al CNT. También lo ha hecho la Liga Árabe.

Potencias emergentes como Rusia, China, la India, Brasil, e incluso la propia Sudáfrica, que se opusieron en la ONU al establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia, han comenzado a flexibilizar sus posiciones. El régimen de Gadafi parecería aislado en la escena internacional de no ser por unos pocos aliados en América Latina: el presidente venezolano, Hugo Chávez, y algunos de sus socios de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).

"COMPAÑERO GADAFI" "No reconocemos un nuevo Gobierno; allí hay uno solo, el que dirige el compañero Gadafi", dijo el martes Chávez, quien mantiene su defensa del régimen libio y esta semana ha multiplicado sus críticas contra la OTAN, EEUU y la UE, a los que acusa de participar en una guerra neocolonial.

Desde su llegada al poder en 1999, el mandatario venezolano ha forjado una estrecha alianza con Gadafi, a quien obsequió durante su visita a Venezuela en el 2009 con una réplica de la espada del Libertador Simón Bolívar, con quien le comparó.

Chávez denunció el miércoles que los rebeldes libios habían saqueado la residencia del embajador de Venezuela en Trípoli e impulsó una condena de ese ataque por parte del ALBA que, además de la propia Venezuela, incluye a Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Antigua y Barbuda, Dominica, y San Vicente y Granadinas.

El Gobierno de Ecuador solicitó esta semana una investigación sobre "los excesos cometidos por la OTAN" en Libia. El ministro de Exteriores ecuatoriano, Ricardo Patiño, aseguró, en tono de denuncia, que el móvil de la coalición internacional es hacerse con el petróleo libio. "Como lo hicieron en Irak, invadieron, se tomaron el petróleo, murieron miles de centenares de personas y claro, como son los países poderosos del mundo, nadie los enjuicia", afirmó.

OFERTA DE ASILO POLÍTICO El otro miembro del ALBA que ha mantenido su apoyo a Gadafi el Gobierno del presidente nicaragüense, Daniel Ortega. Uno de sus asesores, Bayardo Arce, anunció la disposición de Nicaragua a conceder asilo político al libio. Esta propuesta tiene la ventaja de que el régimen de Managua no ha firmado el estatuto de Roma y, por lo tanto, no reconoce la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional.

A comienzos de mes, el presidente de Cuba, Raúl Castro, condenó "la agresión militar de la OTAN contra de Libia" y recibió a un emisario de Gadafi. Era el mismo emisario que unos días antes había pasado por Venezuela en un esfuerzo por mantener a los últimos aliados de un régimen que ya suena a pasado.