A dos días de las elecciones legislativas en Alemania, que se celebrarán mañana domingo, la incertidumbre seguía siendo ayer la nota dominante. No porque exista ninguna duda acerca de quién va a ganar o porque esté en juego la reelección de la denominada "mujer más poderosa del mundo", la cancillera Angela Merkel, sino porque no está claro qué coalición de Gobierno podrá formar con la aritmética que arrojen las urnas.

Varias encuestas difundidas ayer otorgan al bloque conservador CDU/CSU (la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana), que dirige Merkel, entre el 39% y el 40% de los votos. Pero su actual socio de Gobierno, el liberal FDP, se debate entre el 5% y el 6%, lo que resulta altamente peligroso ya que el porcentaje mínimo requerido para entrar en el Bundestag (la Cámara baja del Parlamento) es el 5%. Considerando el margen de error propio de los sondeos de opinión, no es nada descartable que este partido, que ha formado parte de 17 de los 22 gobiernos que ha tenido Alemania desde el fin de la segunda guerra munial, quede fuera del Parlamento.

SIN VOTOS PRESTADOS Consciente de la situación, el FDP, que en las elecciones de Baviera el domingo pasado sufrió un descalabro al lograr solo el 3,2% de los sufragios, no ha tenido ahora ningún reparo en apelar a los electores de la CDU y pedir "votos prestados" con el fin de salvaguardar la coalición de Gobierno. Es una táctica que en el pasado funcionó y el "doble voto" existente en el sistema electoral alemán (donde el elector vota, por separado, a un candidato de su distrito y a una lista de partido) lo facilita. Pero en esta ocasión, la propia Merkel se ha cerrado en banda, aún a riesgo de perder a su socio de coalición. "No podemos regalar ni un voto, ni siquiera a los socios con quienes queremos seguir gobernando, porque los resultados van a ser muy apretados", afirmó hace unos días en un mítin electoral.

La oposición no lo tiene mejor. Los sondeos otorgan al Partido Socialdemócrata (SDP) entre el 25% y el 28%, mientras que los Verdes, con quien el SPD querría gobernar en coalición, se quedarían en un 9%. Si a ellos se sumara la izquierdista Die Linke (La Izquierda), que, según las encuestas, obtendría también el 9%, el bloque de centroizquierda alcanzaría el empate técnico con los conservadores. Pero el SPD no quiere ni oír hablar de aliarse con Die Linke, al que sus raíces en la vieja formación comunista de la exRepública Democrática Alemana (RDA) y sus pretensiones de que Alemania abandone la OTAN le han convertido en un partido paria para el cuerpo central de la política alemana. "Si deja la mayoría en manos de la derecha por no querer ni siquiera hablar con nosotros, el SPD tendrá que dar muchas explicaciones", dijo ayer a este diario Malte Krückels, uno de los dirigentes de Die Linke en Berlín que, al contrario que la mayoría de sus correligionarios --el partido tiene sus principales feudos en el este--, nació y creció en el oeste de Alemania.

Peer Steinbrück, el candidato del SPD, que en la campaña ha puesto el énfasis en las cuestiones sociales, llamó el jueves, en un multitudinario mítin en Alexanderplatz, uno de los centros neurálgicos de Berlín, a "deshacernos de este Gobierno" (el de Merkel), aún a sabiendas de sus pocas posibilidades de éxito.

Así pues, si el FDP quedara fuera del Parlamento y el centroizquierda no puede ofrecer una alternativa, a Merkel no le quedaría otra opción que tratar de reeditar la "gran coalición" con el SPD, que ya gobernó el país entre el 2005 y el 2009. A algunos alemanes les disgusta esta perspectiva. "Si no tienes una oposición fuerte, el ciudadano sale perdiendo", señala Ahadi, un taxista de 35 años.

MÁS INCÓGNITAS La otra gran incógnita de los comicios de mañana es si Alternativa por Alemania, una formación euroescéptica y populista de nuevo cuño que aboga porque algunos países del sur, incluida España, salgan del euro, dará la campanada y logrará entrar en el Parlamento. La mayoría de las encuestas la sitúan justo por debajo de la barrera del 5% (aunque un sondeo le otorga este porcentaje), pero algunos analistas creen que cuentan con mucho voto oculto y que irá en detrimento de la CDU y el FDP. Una complicación más para Angela Merkel.