María Martí, de 29 años, logró escapar del centro comercial Westgate de Nairobi apenas hora y media después de que comenzara el asalto el pasado sábado, cuando pensó que era su "último día" e "iba a morir todo el mundo". La joven cooperante, natural de Cáceres, estaba en el interior del edificio, pero en una planta y establecimiento distintos al de otra española de 50 años y su hija de 12, que se escondieron durante cuatro horas en los probadores de una tienda de ropa y también fueron evacuadas ilesas. María Martí recordó emocionada que "toda la gente llamaba a la familia para despedirse". "Pensábamos que íbamos a morir. Yo nunca había tenido la muerte tan cerca", dijo.

La española estaba comiendo en un restaurante del primer piso del edificio --un nivel por encima del supermercado en el que al parecer se atrincheraron los miembros del grupo radical islámico Al Shabab-- cuando oyó una explosión y comenzó "un tiroteo enorme".

"La gente empezó a salir despavorida, había un revuelo enorme y fue todo una locura", relata. Ella y un grupo de gente intentó escapar por la terraza del primer piso del centro comercial, pero había gente disparando y volvieron al restaurante, donde se ocultó junto a otras 30 personas. "Nos metimos en la cocina del restaurante, fue terrorífico. Se oían disparos continuamente", recuerda.

La cooperante pudo enviar un mensaje de texto a su hermano para contarle lo que estaba pasando: "Creía que era un atentado y le dije que estaba allí por si tenía que localizarme, porque pensé que me iba a quedar allí".

Desde el interior, los clientes escondidos en el establecimiento tenían la sensación de que había distintos grupos de hombres armados que "se iban moviendo de un lugar a otro y disparando a todo el mundo". Al cabo de un rato alguien intentó echar una puerta de emergencia abajo desde fuera de la cafetería, aunque no sabían si se trataba de la Policía o de los asaltantes.

Finalmente, "al cabo de una hora y media o dos", un grupo de personas no uniformadas llegó para rescatarles y conducirles corriendo al exterior del edificio, a través de una salida de emergencia. María reconoce que nunca había tenido "la sensación de estar tan cerca de la muerte". "Al salir fuera empecé a llorar y tuve un ataque de ansiedad. Fue tan fuerte que me cuesta incluso ponerlo con palabras", apunta.

Para renovar el visado

María se encontraba en Nairobi para renovar su visado y tenía que tomar un avión en la tarde del sábado de vuelta a Turkana, una región del interior de Kenia donde trabaja en un proyecto de cooperación con mujeres.

Nada más salir, se dirigió al aeropuerto de Nairobi a coger un vuelo que le llevaría de vuelta a Turkana. "Todavía me cuesta un poco asimilar lo que he vivido y me emociono cuando hablo, pero por otro lado me siento muy afortunada y con mucha vitalidad porque he tenido la suerte de vivir eso y poder contarlo. En realidad, no puedo pedir más", opina. La joven lleva tres meses en Kenia y espera permanecer en el país durante un año.

Admite que, tras el asalto, ha cambiado su percepción del país, si bien asegura que su vida en Kenia es "muy agradable" y está muy satisfecha con su trabajo allí.