El ministro del Interior francés, Manuel Valls, abandonó ayer su silencio para defender su política de firmeza. "No cambiaré de rumbo. Entiendo la emoción, pero la emoción no puede ser la única brújula de la política", argumentó Valls, que insistió en que no hubo falta de la Administración ni de la policía en la expulsión de Leonarda. Admitió, sin embargo, que hubo una "falta de discernimiento" al intervenir, por lo que garantizará "la protección" de los niños en el marco escolar. E. R.