El conflicto de Oriente Próximo

Gaza, sin luz ni agua

La población del territorio es víctima de la escasez de productos y cortes de los servicios básicos. El bloqueo de Israel y el cierre de la frontera egipcia mantienen la franja aislada del exterior

ANA ALBA

Jamal Mahmud al Dalu da la bienvenida a su casa, en el barrio Al Nasser de la ciudad de Gaza, a los que quieren acompañarlo en el primer aniversario de la operación Pilar Defensivo, el ataque que el Ejército israelí lanzó contra Gaza en noviembre del 2012 y que mató a 167 palestinos, al menos 87 de ellos civiles, según la oenegé israelí B'Tselem.

Entre estas víctimas están cuatro nietos de Jamal, dos de sus hijas, un hijo, su nuera, su esposa y una hermana. Murieron junto a dos vecinos, en un bombardeo israelí sobre su casa. El hijo mayor de Jamal, Muhammad, policía de tráfico de Hamás, era el blanco del ataque. El Ejército israelí alegó en una investigación que "se tomaron precauciones para reducir la posibilidad de causar daños colaterales a civiles no implicados".

El hogar de los Al Dalu vuelve a estar en pie gracias a una ayuda oficial. No queda ni sombra del paisaje devastador de hace un año. Los suelos van a estar cubiertos de baldosas españolas llegadas desde Egipto a través de los túneles que hasta hace unas semanas unían a este país con Gaza y permitían la entrada de toda clase de productos: alimentos, medicinas, fuel, coches.

EL CAIRO ECHA LA LLAVE La mayoría de los túneles han sido destruidos por el Ejército egipcio. Desde que el presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi, fue derrocado en julio, El Cairo ha cerrado la llave de Gaza. "Hamás y los Hermanos Musulmanes se ayudaban porque son lo mismo. Ahora hay escasez de todo y los precios de los productos se han disparado. Los túneles eran un medio de supervivencia, pero eran nocivos para la economía", afirma el ingeniero Nidal Al-mosallami, presidente de la Asociación de Desarrollo de Beit Lahia.

Los túneles eran vitales para abastecer de combustible a la franja de Gaza, donde la escasez de fuel --y su coste impagable para muchas familias-- deja sin luz a la población entre 12 y 16 horas diarias. Ya no sirve tener generadores porque no hay con qué alimentarlos. La falta de electricidad supone para muchos estar sin agua porque no pueden bombearla.

La desaparición de los túneles afecta de forma especial a la ciudad de Rafá, en la frontera con Egipto. "Unos 12.000 trabajadores y nuestras familias vivíamos de ellos y ahora estamos aquí sentados fumando", comenta Hasan, que ganaba 1.500 shekels al mes (más de 300 euros) transportando productos por uno de los 1.200 túneles de la zona, custodiada por la policía. El paro supera en Gaza supera el 45%.

La situación general ha empeorado un año después de la guerra. En los últimos doce meses han caído 39 cohetes en territorio israelí, según el Ejército, que sigue bombardeando pequeños objetivos en la franja.

El alto el fuego que puso fin a la guerra "generó muchas expectativas de que la situación podría mejorar, ya que hablaba de acabar con las restricciones de movimiento y acceso a Gaza, permitir que los puestos fronterizos se abrieran. Lamentablemente no ha sido así y las cosas están peor. El sistema de túneles desarrollado como respuesta al bloqueo israelí, permitía a Gaza vivir una relativa sensación de normalidad", dice David Andrés, analista de la oenegé Oxfam.

Pasa el tiempo, pero "Gaza sigue siendo una gran cárcel", lamenta Al-Mosallami, que desde el 2004 no ve a su hermana, que vive en Ramalla (Cisjordania).

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