Director a lo largo de su carrera de los diarios Siglo XXI y Público de Guadalajara, y de El Universal de México, Jorge Zepeda Patterson no se limitó a hablar de ficción en las horas siguientes a la recepción del premio Planeta por su thriller Milena o el fémur más bello del mundo. También abordó realidades mexicanas que superan lo que un novelista podría imaginar, como los sucesos de Iguala. Zepeda reconoce que hay dos componentes que se han combinado para acabar en tragedia. Por un lado, el Estado mexicano "ha ido abandonando en términos de recursos presupuestarios esas escuelas de magisterio que nacieron con Cárdenas, en los años 30, con un fuerte discurso ideológico de reivindicación de las causas populares y que dan salida a escolares de bajos ingresos en zonas pobres mexicanas". Este deterioro "deja como único recurso las movilizaciones, que son cada vez más agresivas y radicales". Por el otro lado, Iguala, recuerda, "es una zona muy controlada por el narcotráfico, con un alcalde que ha trascendido ahora que estaba a nómina del cártel" y propietario, "a través de compañías paralelas de la familia del alcalde", de los vehículos que los estudiantes secuestraron.

"Pero hay algo aún más grave --apunta--; que, con una inmensa irresponsabilidad, el Gobierno anterior y el actual decidieron librar una guerra contra el crimen organizado absolutamente desprovista de cualquier código legal o ético". En opinión de Zepeda, "bajo la misma lógica de los norteamericanos en contra de los terroristas", la policía y el Ejército mexicanos han actuado contra los narcotraficantes, "negándoles tanto las garantías de un ciudadano sospechoso de haber cometido un delito como las que recibiría un combatiente en un conflicto armado". "Después de 100.000 muertos sin averiguaciones, con el expediente