En un aniversario redondo, 70 años desde que se fundaron las Naciones Unidas, el mundo descarga su rabia contra el Consejo de Seguridad. "Ineficiente" e "inefectivo" son los adjetivos que más se repiten entre académicos, representantes de la sociedad civil e incluso diplomáticos de los países miembros y de la organización para definir su principal órgano de gobierno.

Cada vez suena con más fuerza, además, otro adjetivo que alerta de un riesgo creciente: que el Consejo, encargado de mantener la paz y la seguridad mundiales, se vuelva "irrelevante". Y lo que es peor: pese al aumento de las voces de alarma, nadie avista una reforma estructural profunda y seria que altere la composición y frene el poder de veto de los cinco miembros permanentes, el P-5: Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido y Francia.

CRISIS GRAVE Aunque son varias las crisis a las que el Consejo responde con parálisis --de Sudán del Sur a Ucrania y Oriente Próximo-- ninguna subraya más sus problemas que Siria. "Es el emblema de sus fallos", explica por teléfono Richard Gowan, experto del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales. "Hay rabia creciente y frustración profunda en la vasta mayoría de países miembros con el P-5 por su incapacidad de lidiar con el tema. Es una crisis que daña gravemente la reputación de la ONU", añade.

No es una frustración nueva, sino exacerbada. Ya en el 2012, el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan, tras dimitir solo cinco meses después de ser nombrado enviado especial para Siria, denunció que "en un momento en que el pueblo sirio necesita desesperadamente acción lo que persiste en el Consejo son cruces de descalificaciones y de acusaciones". Ahora, Annan va más allá y en una entrevista con The Guardian se ha mostrado "firmemente convencido de que el Consejo debe reformarse. No puede seguir como está".

Como otros diplomáticos y observadores, Annan pensó que el aniversario podría servir para impulsar el cambio, pero una vez más están viendo evaporarse sus expectativas. "Alemania e India (dos de los países que junto a Japón y Brasil aspiran a asientos permanentes) hicieron esfuerzos diplomáticos para avanzar su causa pero se produjo un considerable contraataque de China, que aborrece la idea de que Japón entre --explica Gowan--. Hubo mucha presión de los diplomáticos chinos en Nueva York pero también en capitales y han tenido éxito. No hay nada que mostrar en términos de una gran reforma estructural".

La Administración de Barack Obama también ha dejado claro que no quiere involucrarse en proceso de reforma alguno en el tiempo que le queda en el Despacho Oval y Rusia está interesada en mantener el statu quo. "Para Moscú es actualmente una especie de desafío, una forma de mostrar fuerza, quieren incluso más reconocimiento", explica Gowan.

SECRETARIO GENERAL Moscú es la única capital que parece, además, inmune a las críticas de la sociedad civil y de otros países, que sí están teniendo un efecto "muy ligero pero gradual", según Gowan y que ha llevado, por ejemplo, a que China maniobre para no tener que llegar a usar el veto, consciente del daño para la reputación tanto del país como del organismo.

Del P-5, solo Francia ha planteado una iniciativa de reforma: que, voluntariamente, no se use el veto cuando se discuten resoluciones vinculadas a atrocidades masivas, pero solo Londres le ha hecho un guiño (no un compromiso formal).

También se urgen cambios en el proceso de selección del secretario general. El año que viene hay que escoger el relevo para Ban Ki-moon y la Asamblea General ha pedido más transparencia y democracia en un proceso controlado por el P-5. Tampoco hay grandes esperanzas. Moscú ya ha dicho que no ve necesidad de cambios y Gowan augura que "al final será una negociación entre Rusia y EEUU".