ÚLTIMA JORNADA DEL VIAJE A MÉXICO

El Papa clama en Ciudad Juárez contra los esclavistas del mundo

Francisco insta a los empresarios y trabajadores a eludir la explotación laboral. Reivindica la verdadera reinserción de los presos durante la visita a una cárcel

IRENE SAVIO

Ciudad Juárez es una urbe extensa y baja, una ciudad poblada, de edificaciones polvorientas y sin acabar, como aplastada por un pasado criminal que sigue causando controversia. Testimonio de ello son las cruces rosas sobre fondo negro (en memoria de las muertas vivas de Juárez, los centenares de mujeres que desaparecieron) que el Gobierno cubrió en los días previos a la llegada del papa Francisco, para que luego las pintadas volviesen a aparecer.

Para terminar la gira mexicana, Francisco no solo fue hasta esta ciudad fronteriza de 1,3 millones de habitantes, fuertemente golpeada por el crimen organizado y que hoy lucha para volver a levantarse. También el Papa argentino eligió como primera parada una cárcel, el Cereso 3, habitada por 3.000 reclusos, algunos de los cuales lo esperaron bajo un feroz sol y lloraron al verlo.

ESPERANZA "La mayoría tenemos la esperanza de la redención y en algunos casos la voluntad de conseguirla", le dijeron los detenidos al papa Francisco. "En nuestro país hay alrededor de 400 cárceles, cerca de 250.000 internos, incluidas más de 8.000 mujeres; consecuencia dramática del gran negocio de la violencia", añadió el capellán Andrés Vargas Peña.

Hablando con voz pausada, Francisco empezó su discurso lanzando su último órdago: sus reservas sobre las prisiones. "El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando", denunció. Es necesario resolver "las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social", precisó.

El Papa pidió una verdadera reinserción de los presos y, bajo estas coordenadas, instó a los detenidos a dar su contribución. "Luchen desde acá dentro para revertir las situaciones que causan mayor sufrimiento. Quien ha sufrido el dolor al máximo, y ha experimentado el infierno, puede convertirse en un profeta", afirmó.

DENUNCIA En el último día de su viaje, los actos de Francisco en el estado de Chihuahua fueron también un repaso de todas las denuncias hechas durante la visita a México, ante todo la situación de los migrantes y las perversiones del capitalismo salvaje. Por eso, ante 3.000 empresarios y trabajadores en el Colegio de Bachilleres, pidió "humanizar" el futuro, despojándolo de "explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral". Y también lanzó otra seca advertencia: "Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días". "La pobreza es el caldo de cultivo del narcotráfico", subrayó.

El gran final, muy escenográfico, fue, en cambio, en el área de la feria de Ciudad Juárez, a pocos metros de la frontera con la ciudad estadounidense de El Paso, donde el 80% de sus habitantes son de origen latinoamericano. Allí, en un lugar donde han muerto miles de personas en busca de una mejor vida, el Papa celebró una multitudinaria misa, alzando la voz contra los cárteles de la droga, que convierten en "carne de cañón" a miles de migrantes y "han arrebatado injustamente la vida" a las mujeres asesinadas en la zona.

EN LA FRONTERA El efecto visual fue impresionante en una de las fronteras más hirientes. De un lado, el mexicano, había centenares de rostros mulatos, muchos con ropas sucias de trabajo y aspecto cabizbajo. Del otro, separados por una valla y el río Bravo, se hallaban otros tantos, con ojos que delataban añoranza por sus orígenes. En el fondo, la montaña Franklin, en el extremo oeste de Texas, EEUU.

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