El presidente de Argentina, Mauricio Macri, viajó a Estados Unidos con el horizonte despejado: el Senado aprobó con 54 votos la ley que deroga dos normas que impedían pagarle 12.500 millones de dólares a los “fondos buitres”, como se conocen a los tenedores de bonos adquiridos a precio basura y que, tras litigar exitosamente en un tribunal de Nueva York, obtienen ganancias exponenciales. La deuda original era de 4.682 millones de dólares. Se abonará 2,7 veces más en virtud de los intereses acumulados durante el “juicio del siglo” y punitorios.

La victoria política del presidente, primero en diputados y luego en la cámara alta, fue posible porque el bloque kirchnerista, que hacia jactancia de su intransigencia y unidad política hasta hace apenas semanas, se dividió al comenzar los debates. Miguel Ángel Pichetto, portavoz en el Senado de Néstor y Cristina Kirchner, fue uno de los que avaló el acuerdo y se amparó en la memoria del difunto presidente. Dijo que él habría hecho lo mismo. “Traidor” fue el mote más suave que recibió.

El Gobierno sostiene que el acuerdo con los “buitres” es indispensable para cerrar 21 pleitos y acceder nuevamente al crédito internacional, la única herramienta para reactivar una economía golpeada por la devaluación, la inflación y una ola de despidos. Los negociadores argentinos se habían comprometido a cancelar esa deuda antes del 14 de abril. Las autoridades económicas argentinas se proponen emitir deuda en el mercado internacional con el apoyo de Goldman Sachs, UBS y JP Morgan Chase. En este último banco de inversión trabajaba el actual ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay y Luis Caputo, el funcionario amigo personal de Macri que negoció personalmente con los bonistas del mote rapaz. Una vez hecho el pago, el juez de Nueva York, Thomas Griesa, levantaría las cautelares que impiden pagarles a los bonistas que acreedores aceptaron los canjes de su deuda en 2005 y de 2010. La última palabra en ese sentido la tiene sin embargo la Cámara de Apelaciones de ese país.

LARGAS DELIBERACIONES

Las deliberaciones en la cámara se prolongaron por más de 12 horas. El 'macrista' Federico Pinedo, presidente provisional del Senado, fue taxativo: votar en contra de la derogación de las leyes, y más después de las alabanzas formuladas por Barack Obama en Buenos Aires,“sería una debacle”. Legisladores del kirchnerismo advirtieron sin embargo que, lejos de cerrar la cuestión, el país corre peligro de enfrentar una nueva ola de juicios, impulsados tanto por aquellos acreedores que aceptaron peores condiciones en las restructuraciones precedentes como por la minoría de bonistas que no forma parte del acuerdo.

“Esto va a repercutir en el pueblo argentino desde los más humildes hasta los más poderosos”, dijo María Ester Labado. “Se abre un nuevo ciclo de endeudamiento”, dijo Juan Manuel Abal Medina. “Tenemos dos opciones: acordar o acordar”, le contestó Ángel Rozas, del radicalismo (aliados al Gobierno).

Según el economista Eduardo Basualdo, la dictadura de 1976 inauguró un patrón de acumulación de capital basado en el endeudamiento del sector privado en el exterior. Esos recursos eran derivados a la especulación y luego fugados. “La deuda externa dejó de ser un instrumento para financiar la inversión productiva o el capital de trabajo, para ser un medio de obtención de renta financiera”, les explicó la semana pasada a los senadoras, cuando fue convocado al Parlamento.

Buena parte de la deuda privada fue estatizada antes de que concluyera el régimen militar. El nuevo ciclo de endeudamiento tuvo lugar en los años noventa bajo la presidencia de Carlos Menem y explotó en la crisis de diciembre del 2001. En el 2005, durante la presidencia de Néstor Kirchner, y tras cuatro años de suspensión de pagos, Argentina negoció en 2005 una quita de su deuda de 81.836 millones de dólares con el 93% de los acreedores. Parte de los que no aceptaron ese acuerdo iniciaron los juicios en Nueva York que han quedado como caso testigo para todos los países en situaciones similares.

En septiembre pasado, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución sobre la reestructuración de las deudas soberanas, impulsada por Argentina en medio de su disputa con los 'buitres'. Macri, que estaba en campaña, consideró ese gesto irrelevante. Siempre prometió que, de llegar a la presidencia, cambiaría de estrategia y arreglaría todo "en cinco minutos". Y lo hizo.